Hoy hemos llegado al penúltimo capítulo del libro de Números, un capítulo lleno de detalles importantes que debemos tener en cuenta. En este capítulo, Dios instruye al pueblo de Israel a no olvidarse de los levitas, quienes no recibirían herencia terrenal como las doce tribus de Israel. Los levitas se encargarían de servir en el santuario como ayudantes de los sacerdotes, pero también vivirían en medio de cada una de las doce tribus.
El Señor exhortó a los israelitas a dar parte de su herencia a los levitas para que vivieran con ellos y fueran sus instructores espirituales. Los levitas tendrían una ciudad dentro de la comunidad de cada una de las tribus. Esto era fundamental porque los levitas se encargarían de explicar la ley de Dios y serían una luz al mundo.
Dios también tenía otro propósito aparte de la orientación espiritual, quería ejercer una obra de juicio en caso de que alguien cometiera una falta tanto intencional como no intencional. Por tanto, se establecen ciudades de refugio donde aquellos que habían cometido una falta podían refugiarse y presentarse ante los levitas para exponer su caso.
Estas ciudades de refugio eran lugares donde los levitas ayudarían a decidir si la persona era culpable o inocente. Si la persona había cometido la falta sin intención, sería absuelta y tendría que permanecer en la ciudad de refugio hasta que el sumo sacerdote muriera.
Estas leyes eran fundamentales para proteger la vida y la integridad de las personas. Dios quería que Israel fuera un pueblo modelo, una comunidad que reflejara su carácter y que fuera una influencia positiva para las demás naciones.
En nuestra vida actual, también necesitamos refugiarnos en Cristo. Vivimos en un mundo lleno de pecado y es importante que depender de Él para mantenernos seguros y en armonía. Si nos refugiamos en Cristo, podemos ser absueltos por nuestros pecados y tener vida nueva a través de la obra del Espíritu Santo.
En conclusión, este capítulo nos enseña la importancia de refugiarnos en Dios y depender de Él en todas las circunstancias de nuestra vida. Él es nuestro refugio y nos da la oportunidad de ser transformados por su gracia y misericordia. Que podamos vivir en armonía con sus mandamientos y reflejar su carácter en todo lo que hacemos.
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