Vamos a continuar nuestro recorrido explicativo por las sagradas escrituras con el salmo número 15, conocido como el «Salmo del Buen Ciudadano» o «Caballero de Dios». Este salmo, junto con el Salmo 23, es uno de los más conocidos y contiene una descripción detallada de la persona ideal que busca vivir de acuerdo a los preceptos divinos.
El salmo 15 comienza con dos preguntas: «Señor, ¿quién habitará en tu santuario? ¿Quién recibirá en tu santo monte?» Estas preguntas nos invitan a reflexionar sobre qué características debe tener alguien para vivir en el reino de los cielos, qué tipo de personas desea Dios tener en su casa celestial.
Imaginemos que vamos a visitar un país extranjero. Ese país tiene normas y costumbres que debemos respetar y adaptarnos a ellas. Del mismo modo, en el reino de los cielos existen principios y valores que debemos seguir. ¿Cuáles son estos principios?
El Salmo 15 nos da once respuestas a estas preguntas. Estas son:
- Andar en integridad
- Practicar la justicia
- Hablar la verdad en el corazón
- No hablar mal de nadie
- No hacer mal a nuestro prójimo
- No infundir reproche contra nuestro prójimo
- Considerar despreciable al vil
- Honrar a quienes veneran al Señor
- Cumplir nuestras promesas incluso si nos perjudican
- No prestar dinero con usura
- No aceptar sobornos ni injusticias
Estas son las características de un buen ciudadano del reino de los cielos, del hombre o mujer que aspira entrar en el santuario de Dios y habitar en su presencia. La persona íntegra, justa, veraz, respetuosa, honesta y comprometida con la justicia no caerá jamás, será constante en su fe y en su relación con Dios.
Pero, además, este salmo nos hace pensar en aquellos que serán considerados dignos de habitar en el reino de los cielos en el tiempo del fin. En el libro de Apocalipsis, en el capítulo 14, encontramos una descripción de un grupo de personas conocido como los 144.000, quienes serán sellados por Dios y podrán ver a Cristo venir en las nubes de los cielos.
Estos 144.000 son simbólicos en su número, pero representan aquellos que han pasado por el proceso de la santificación, que han sido transformados por la obra del Espíritu Santo y tienen un estilo de vida que refleja la imagen de Cristo. Son aquellos que tienen el nombre del Cordero y de su Padre escritos en sus frentes, lo que indica que son auténticos seguidores de Cristo.
Estos 144.000 cantan un cántico nuevo, que solo ellos pueden aprender, porque es el testimonio de su experiencia personal de cómo el Espíritu Santo los ha transformado. Son aquellos que han vencido las pruebas y tribulaciones de este mundo y han sido redimidos para Dios. No se han contaminado con prácticas pecaminosas, son honestos y no hay engaño en su boca. Son considerados sin mancha y sin reproche.
Es importante mencionar que mantener nuestra ciudadanía celestial implica vivir de acuerdo a los principios divinos, pero también implica mantener una relación personal y transformadora con Cristo por medio de la obra del Espíritu Santo. Es un proceso constante de santificación y un cambio de vida que nos permite vivir como ciudadanos del reino de los cielos aquí en la tierra.
Por lo tanto, mientras esperamos el regreso de Cristo y el encuentro con él en las moradas eternas, debemos recordar que somos peregrinos y extranjeros en este mundo. Debemos respetar las leyes y normas establecidas, pero también vivir de acuerdo a los principios divinos y demostrar a través de nuestras acciones y testimonio que somos verdaderos ciudadanos del reino de los cielos.
Así que, querido hermano, no pierdas la ciudadanía celestial. Vive como habitante del reino de los cielos aquí y ahora, manteniendo una relación personal con Cristo, siendo transformado por el Espíritu Santo y viviendo de acuerdo a los principios divinos. Que la bendición de Dios te acompañe en tu camino.
¡Atrévete con nuestro Trivial! – Desafío de Inteligencia Bíblica
