Hoy en nuestro recorrido explicativo por las sagradas escrituras, nos adentramos en el capítulo 20 del libro de Crónicas. Este capítulo, aunque corto, tiene un mensaje principal e importante para nuestras vidas.
El escritor de Crónicas ha dedicado bastante tiempo a hablar acerca de la vida del Rey David, omitiendo quizás algunas cosas que el pueblo de Israel ya conocía y que no valía la pena mencionar en este contexto. A pesar de que David cometió errores, como su relación con Betsabé y el asesinato de Urías, el escritor de Crónicas no hace mención de estos pecados aquí.
En cambio, el capítulo de hoy se centra en los guerreros de David, en aquellos soldados que tenían que enfrentar la batalla día tras día. A menudo, se encontraban en desventaja en comparación con otras naciones más numerosas y acostumbradas a la guerra. Humanamente hablando, parecía imposible que pudieran obtener la victoria.
El versículo 1 nos sitúa en el contexto de cuando David se quedó en el palacio mientras sus soldados estaban en batalla. Joab, uno de los generales de David, lideró al ejército y destruyó la tierra de los amonitas. El escritor de Crónicas no menciona las circunstancias de por qué David se quedó en casa, sino que se enfoca en lo principal: la confianza que Israel debía poner en el Señor y no en los errores de David.
Aunque el capítulo 21 habla de uno de los errores que David cometió antes de terminar su reinado, el escritor de Crónicas se concentra en un evento puntual: una batalla en la que Israel aparentemente estaba en desventaja. Joab lideró al ejército y destruyó la tierra de los amonitas, y también asedió la ciudad de Rabá. David tomó la corona del rey victorioso y llevó a su pueblo de regreso a Jerusalén con un gran botín.
Este relato nos muestra que la victoria no estaba en David ni en su liderazgo, sino en la confianza que el pueblo de Israel había depositado en el Señor. Aunque parecía que la derrota era segura debido a las circunstancias y la superioridad del enemigo, Dios dio la victoria a través de aquellos guerreros que habían aprendido a confiar en Él. Estos soldados, a los ojos de muchos, eran hombres insignificantes, pero Dios los utilizó para traer la victoria.
El capítulo también nos hace reflexionar sobre la ociosidad de David. Mientras sus soldados estaban en batalla, él se quedó en casa y esto tuvo consecuencias. Esdras no menciona el pecado de David en este contexto, ya que el propósito del libro de Crónicas era fortalecer la fe del pueblo de Israel que había pasado mucho tiempo en el exilio.
Así como Israel no podía depender de un ser humano para obtener la victoria, nosotros también debemos aprender a confiar en el Señor en medio de nuestras batallas. No importa cuán cansados o desanimados nos sintamos, Dios nos fortalece y nos ayuda a enfrentar los desafíos que se nos presentan. No debemos poner nuestra confianza en líderes o personas, ya que todos somos humanos y cometemos errores. Nuestra confianza debe estar puesta en Cristo, quien prometió estar con nosotros siempre.
Los gigantes que enfrentamos en nuestra vida pueden parecer insuperables, pero Dios nos da la victoria. Necesitamos poner toda nuestra armadura espiritual, confiar en la Palabra de Dios, protegernos con nuestra fe y caminar en la verdad del evangelio. No importa qué desafíos enfrentemos, podemos salir adelante con la ayuda de Dios.
Al concluir este capítulo, te invito a acercarte a Dios a través de la oración. Agradezcámosle por hacer posible lo imposible y por fortalecernos en medio de nuestras debilidades. Recordemos que la compañía de Cristo está con nosotros a través del Espíritu Santo, guiándonos a la verdad y dándonos la victoria.
¡Que Dios te bendiga y te guarde! Que su rostro resplandezca sobre ti y te conceda paz. No olvides suscribirte a nuestra Newsletter y compartir estas enseñanzas para seguir creciendo en el conocimiento de la Palabra de Dios. Que Él te guíe a lo largo de este día. Amén.
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