La triste realidad de quienes descuidan lo verdaderamente importante

Hoy me desperté con esperanza, con la certeza de que en un mundo lleno de incertidumbre, maldad y dolor, podemos comenzar un nuevo día con la esperanza que nos brinda la palabra de Dios. En esta oportunidad, abrimos nuestras Biblias en el capítulo número 6 del libro de Eclesiastés, donde el sabio Salomón nos revela otro mal muy común entre los hombres.

Salomón nos habla de un hombre al que Dios ha bendecido con riquezas, propiedades y honores, y que aparentemente no carece de nada. Sin embargo, hay algo que le falta: Dios no le ha dado la capacidad de disfrutar de todas esas bendiciones, sino que son los extraños los que las disfrutan en su lugar. Esta situación es vanidad y un triste infortunio.

Aunque este hombre pueda tener cien hijos, vivir muchos años y tener una vida larga y próspera, si no puede disfrutar de las bendiciones que tiene y carece de una sepultura digna, su existencia es en vano. Incluso es mejor no haber nacido que vivir en tinieblas y que su nombre quede en la oscuridad. Aunque esta persona nunca haya visto el sol ni experimentado nada más, tiene más descanso que aquel hombre rico y poderoso que no puede disfrutar de su bienestar. Porque, aunque aquel viviera dos mil años, si no puede disfrutar de su riqueza, ambos terminan en el mismo lugar.

Estos primeros seis versículos nos revelan la triste realidad de muchas personas que, después de dedicar todo su tiempo y esfuerzo a alcanzar metas materiales o empresariales, se quedan solos, olvidados o despreciados. Han descuidado el verdadero valor de la vida: el tiempo compartido con sus seres queridos y la oportunidad de experimentar la alegría del servicio.

El versículo número 7 nos dice que todo el trabajo del hombre es para sustentar su boca y a pesar de todos sus deseos, nunca se sacia por completo. ¿Qué más tiene el sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que ha vivido entre los vivos? Es mejor ver con los ojos y disfrutar de lo que tenemos que desear algo inalcanzable. Esto también es vanidad y correr tras el viento.

El que ya existe tiene su nombre y sabe que es humano, pero no puede competir con aquel que es más fuerte que él. El uso excesivo de palabras solo multiplica la vanidad. ¿Qué más puede tener el hombre? ¿Quién sabe qué es lo mejor para él en los pocos días de su vida? Nuestros días pasan fugazmente como una sombra y nadie puede decirnos qué sucederá después de nuestra partida.

A lo largo de estos 12 versículos, Salomón nos muestra la desventura del hombre rico y frustrado, la tristeza de no haber disfrutado de su trabajo y sus frutos, y, sobre todo, el pesar de no haber apreciado la dulce compañía de aquellos que, aunque imperfectos, podrían haber sido una fuente de alegría en momentos oportunos.

La vida está llena de dolor, pero también de oportunidades gratas para compartir y disfrutar con aquellos que están a nuestro lado. El dinero y las posesiones que hoy tenemos algún día pertenecerán a otra persona. Solo quedará el recuerdo de aquel que pudo haber hecho más con lo que tenía, pero no lo hizo.

Querido amigo o amiga, hoy es un día de reflexión y alegría. Agradezcamos a Dios por lo mucho o lo poco que nos ha dado y hagamos que nuestras vidas sirvan para traer alegría a nuestro propio corazón y al corazón de quienes nos rodean.

Que Dios te bendiga y fortalezca tus pasos en este caminar diario. Te invitamos a leer otros artículos de nuestra web para seguir explorando la sabiduría y los consejos que la Biblia tiene para ofrecernos.

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