Génesis 2: La creación del hombre y el establecimiento de las instituciones divinas

Hoy continuamos nuestro recorrido explicativo por las sagradas escrituras y en esta oportunidad lo haremos en el capítulo 2 del génesis. Pero antes, acompáñame y acerquémonos a Dios a través de la oración.

Querido y amante Padre, en esta oportunidad al abrir tu palabra, queremos ser instruidos por tu Espíritu Santo. Enséñanos, exhórta nos, capacítanos para hacer tu voluntad en todo tiempo. En el santo y bendito nombre de Cristo Jesús, amén.

El capítulo 2 del Génesis comienza explicando y continuando lo ocurrido en el séptimo día. Dios había hecho todo bueno en gran manera en seis días. Ya no había nada que hacer, Dios lo había hecho todo perfecto. La manera de sellar su obra creadora fue colocando un monumento conmemorativo, el séptimo día.

El versículo 1 comienza diciendo así: «Así quedaron acabados los cielos y la tierra y su gran contenido, y acabó Dios en el séptimo día la obra que había hecho» (Génesis 2:1). Dios descansó en el séptimo día porque Él no se cansa. Ceso en su obra creadora para mostrarnos lo perfecto de su creación.

Es importante entender que Dios santificó y bendijo un período de tiempo específico en un mundo donde no había pecado, donde todo era bueno en gran manera. Debemos detenernos un momento para reflexionar, ¿qué hubiese pasado si el pecado no hubiese entrado en la tierra? ¿Si el hombre no hubiese desobedecido a Dios? El sábado o séptimo día seguiría vigente hasta el día de hoy, porque así como Dios creó todo bueno en gran manera, el séptimo día fue un día especial, bendecido y santificado en un mundo sin pecado.

Hoy en día, después de seis mil años de degradación humana, el sábado sigue siendo parte importante de nuestra cercanía con el Creador. Cuando santificamos el séptimo día, estamos reconociendo a Dios como nuestro creador y sustentador. El sábado habría de ser un monumento conmemorativo para que el hombre recordase de dónde venía, para que al cesar sus actividades cada séptimo día, demostrase que el hombre depende de Dios y no de su propia fuerza.

Después de esta explicación sobre el séptimo día, el capítulo 2 del Génesis continúa con la descripción detallada de lo ocurrido en la creación, especialmente en la creación del hombre. Dios modeló al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente.

A diferencia de los animales, Dios modeló y formó al hombre con sus propias manos. Dios sopló en su nariz aliento de vida, demostrando la importancia y el valor que tenemos a los ojos del Señor. Él nos moldeó interna y externamente, nos dio la vida y nos dio el privilegio de administrar lo que Él había creado.

Dios estableció un ambiente perfecto para que el hombre viviera feliz. Plantó un jardín en Edén, que sería el hogar de la primera pareja. Todo era bueno y hermoso. El planeta Tierra era la manifestación de la mano del Creador, pero allí estaba su hogar, en ese jardín donde se estableció la primera pareja. Adam y su esposa serían responsables de multiplicarse y llenar la tierra.

En el jardín del Edén, Dios había hecho todo tipo de árboles hermosos y buenos para comer. Había plantado el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Estos dos árboles jugarían un papel importante en la historia de la redención y en el plan de salvación de Dios.

A partir del versículo 10, se describe la existencia de ríos que rodeaban el jardín del Edén. Cuatro ríos: Pisón, Gihón, Tigris y Éufrates.

El versículo 15 nos muestra que Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo guardara. Dios estableció el trabajo. El hombre debía trabajar en la tierra, cultivarla, cuidarla y administrar lo que Dios le había dado. El hombre debía crecer constantemente en conocimiento, en contacto con su creador.

Dios mandó al hombre que podía comer de todos los árboles del huerto, pero le prohibió comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios estableció un límite, una prohibición, para que el hombre reconociera a Dios como su sustentador y no olvidara que dependía de Él.

A partir del versículo 18, Dios establece la institución del matrimonio. Dios se dio cuenta de que no era bueno que el hombre estuviera solo, así que creó una ayuda idónea para él. Dios creó a la mujer a partir de una costilla de Adán y la trajo al hombre. Adam reconoció que la mujer venía de él, por eso dijo: «Deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su esposa, y serán una sola carne» (Génesis 2:24).

En este capítulo, vemos cómo Dios estableció tres grandes instituciones: el sábado, el matrimonio y el trabajo. Instituciones que debemos conservar en este mundo después del pecado, para prepararnos para volver al Edén, al hogar que el Señor estableció desde un principio.

Es importante agradecer a Dios por permitirnos ser restaurados a su imagen y semejanza. Por permitirnos vivir de acuerdo a su voluntad y ser obedientes. Agradezcamos su amor y misericordia en el nombre de Jesús.

Hasta aquí hemos llegado con nuestro recorrido por las sagradas escrituras en el capítulo 2 del Génesis. Te invito a suscribirte a este canal y compartir estos mensajes con otras personas. Sigamos creciendo en lo que Dios ha revelado para nosotros. Si quieres saber más o estar al día de la Biblia, no dudes en leer otros artículos de nuestra web.

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