Descubre los tesoros de la Palabra de Dios | Crónicas 24-25

En este artículo exploraremos el contenido de los capítulos 24 y 25 del segundo libro de Crónicas en la Biblia. Estos pasajes nos revelan las acciones y decisiones de los reyes Joás y Amasías, así como las consecuencias que tuvieron en sus vidas y en el pueblo de Judá.

Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar, y se mantuvo en el trono de Jerusalén durante cuarenta años. Durante su gobierno, se destacó por hacer lo recto ante los ojos de Jehová. Sin embargo, también cometió errores al casarse con dos mujeres y tener hijos e hijas con ellas.

Después de cierto tiempo, Joás decidió restaurar la casa de Jehová. Convocó a los sacerdotes y levitas, y les pidió que recolectaran dinero de todo el pueblo de Israel cada año para mantener la casa de Dios en buen estado. Sin embargo, los levitas no cumplieron con diligencia esta tarea.

Ante esto, Joás llamó al sumo sacerdote Joyadá y le preguntó por qué los levitas no habían traído la ofrenda que Moisés había impuesto al pueblo de Israel para el tabernáculo del testimonio. Resulta que la reina impía Atalía y sus hijos habían destruido la casa de Jehová y habían utilizado las cosas consagradas para adorar ídolos.

En respuesta, Joás ordenó que se construyera un arca y se colocara a las afueras de la casa de Jehová. Además, hizo un llamado a todo el pueblo de Judá y Jerusalén para que trajera ofrendas a Jehová. Como resultado, se recolectó una gran cantidad de dinero y se utilizó para restaurar y consolidar la casa de Dios.

Una vez que la obra estuvo completa, Joás entregó el dinero restante a aquellos que se encargaron del servicio de la casa de Jehová. También contrató a canteros, carpinteros y artífices de hierro y bronce para mantener la casa en buen estado. En consecuencia, la casa de Jehová fue restaurada a su antigua condición.

Desafortunadamente, a medida que Joás envejecía, cometió un grave error al abandonar la casa de Jehová y servir a los ídolos. Los príncipes de Judá también se volvieron contra Dios y adoraron a ídolos.

Como resultado de su pecado, la ira de Jehová vino sobre Judá y Jerusalén. Dios envió profetas para advertirles y tratar de hacerlos volver a Jehová, pero ellos no escucharon. Finalmente, el espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, quien se puso en pie y amonestó al pueblo por su pecado.

En lugar de arrepentirse, los príncipes conspiraron contra Zacarías y lo apedrearon hasta matarlo en el patio de la casa de Jehová. Esta acción provocó la ira de Dios, y poco después el ejército de Siria invadió Judá y mató a muchos de los principales del pueblo.

Más adelante, los siervos de Joás también conspiraron contra él y lo hirieron en su cama, causando su muerte. Aunque los conspiradores fueron castigados, Joás no fue sepultado en los sepulcros de los reyes debido a sus malas acciones.

Después de la muerte de Joás, los príncipes de Judá ofrecieron su obediencia al nuevo rey, Amasías. Sin embargo, Amasías no siguió el buen ejemplo de Joás y cometió errores al no eliminar a los hijos de los siervos que habían asesinado a su padre. Esto va en contra de lo que la ley de Moisés establece, que cada uno debe morir por su propio pecado y no por las acciones de sus padres.

Amasías también formó un ejército de 300,000 hombres para la guerra, pero un profeta vino a advertirle que Dios no estaba con él ni con todo Israel. A pesar de la advertencia, Amasías insistió en ir a la batalla y sufrió una derrota humillante ante Israel.

Después de su derrota, Amasías llevó a cabo una masacre de los hijos de Seir y tomó como rehenes a otros. También adoró a los dioses de Seir y quemó incienso en su honor. Esto provocó la ira de Jehová, quien envió un profeta para amonestarlo y recordarle que Dios no puede ser reemplazado por los dioses de otras naciones.

En lugar de recibir la advertencia y arrepentirse, Amasías se enojó y amenazó al profeta. Finalmente, Amasías fue derrocado y asesinado en una conspiración. Su hijo Azarías se convirtió en el nuevo rey de Judá.

Estos son solo algunos de los eventos destacados en los capítulos 24 y 25 del segundo libro de Crónicas. Estos pasajes nos enseñan la importancia de obedecer a Dios y las consecuencias que enfrentamos cuando abandonamos su camino. Nos invitan a reflexionar sobre nuestras propias decisiones y acciones, y a buscar la guía de Dios en todo lo que hacemos.

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