En este artículo, exploraremos el capítulo 6 del segundo libro de Samuel, donde David intenta llevar el arca de Dios a Jerusalén. Antes de profundizar en el tema principal, es importante mencionar dos mensajes de videos anteriores. Uno de ellos, realizado por Carmen Quintero, expresa su preocupación por la forma en que Dios actúa en el libro de Éxodo. En este libro, Dios amenaza con destruir a Israel por su idolatría y Moisés intercede en su favor. Carmen interpreta esto como si Dios no tuviera un buen corazón. Sin embargo, debemos entender que Dios siempre ofrece oportunidades de arrepentimiento y actúa por su misericordia.
Dios cuidó a Israel durante su tiempo en el desierto, los alimentó con pan del cielo y les dio mandamientos para seguir. A pesar de todas las oportunidades que Dios les dio, el pueblo de Israel terminó adorando a un becerro de oro. Esto demuestra que Dios brinda oportunidades para cambiar el rumbo de nuestras vidas, pero también actúa con justicia cuando es necesario.
En el capítulo 6, vemos cómo David intenta traer el arca de Dios a Jerusalén. En su primer intento, cometió el error de transportar el arca en un carro nuevo, en lugar de llevarla en varas, como instruyó Moisés. Además, las personas que llevaban el arca no eran los levitas indicados. Como consecuencia, uno de ellos, llamado Usa, toca el arca y es castigado con la muerte.
David se entristece por la muerte de Usa y decide no llevar el arca a Jerusalén en ese momento. En cambio, la deja en la casa de Obed-edom durante tres meses, donde la presencia del arca bendice a Obed-edom y a toda su casa. Después de estos tres meses, David decide llevar el arca a Jerusalén nuevamente, pero esta vez toma las precauciones adecuadas. Los sacerdotes y los levitas se santifican y usan varas para transportar el arca, siguiendo las instrucciones de Dios.
A lo largo del proceso, David muestra su alegría y reverencia ante el Señor, danzando y ofreciendo sacrificios. Sin embargo, su esposa Mical se burla de él por su actitud y lo menosprecia en su corazón. Como consecuencia de su falta de respeto, Mical nunca tuvo hijos.
Este capítulo es un recordatorio de que nuestras acciones tienen consecuencias. Aunque Dios siempre ofrece misericordia y perdón, también es justo y aplica disciplina cuando es necesario. Nuestros errores pueden traer problemas, pero la misericordia de Dios puede rebotar en nuestra vida y darnos nuevas oportunidades.
En conclusión, el capítulo 6 del segundo libro de Samuel nos enseña sobre la importancia de la reverencia y la obediencia a Dios. A través de los errores de David y el castigo de Usa, aprendemos la importancia de seguir las instrucciones divinas y respetar la santidad de Dios. Nuestras acciones tienen consecuencias, pero la misericordia de Dios siempre está disponible para aquellos que lo buscan de corazón.
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