La lucha cósmica: Fe en tiempos de adversidad

Continuemos con nuestra lección sobre el sello de Dios y la marca de la bestia. En este momento, nos adentraremos en la lucha cósmica entre el bien y el mal, una lucha universal que tiene lugar no solo en nuestro mundo interno, sino también en el universo. Para comprender mejor este conflicto, abramos nuestras Biblias en el evangelio de Mateo, capítulo 27, versículos del 45 al 50.

Desde la sexta hora, alrededor del mediodía, cuando Jesús estaba siendo crucificado, hasta la novena hora, alrededor de las tres de la tarde, toda la tierra quedó cubierta de tinieblas. Cerca de la novena hora, Jesús exclamó a gran voz: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?”, que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Algunos de los presentes, al oírlo, creyeron que llamaba a Elías, así que uno de ellos corrió y, tomando una esponja empapada en vinagre, se la acercó en la punta de una caña para que bebiera. Pero otros decían: “¡Déjalo! Veamos si Elías viene a salvarlo”.

Este pasaje nos muestra el sufrimiento que Jesús experimentó en la cruz: agonía, desesperación y angustia al sentirse separado de su Padre debido al pecado de la humanidad que cargaba sobre sí. ¿Qué quiso decir Jesús al preguntar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado”? ¿Y cómo podemos relacionar esto con nuestra propia fe en Jesús?

Es importante destacar que Jesús estaba citando un salmo en la cruz, un salmo que ya hemos estudiado anteriormente en este canal y que ahora se considera mesiánico. Era una expresión de sentirse alejado del Padre, pero a pesar de esto, Jesús sabía que su Padre no lo había abandonado. Aunque se sentía separado a causa del pecado, Jesús confiaba en que su Padre estaba allí con él. En ese momento, Jesús dependía de la relación que había mantenido con su Padre a lo largo de su vida, una vida de total dependencia del Padre incluso en los momentos buenos. Jesús se había preparado para los peores momentos, y ahora esos momentos habían llegado en la cruz.

El Salvador confiaba en Dios incluso cuando las circunstancias parecían clamar por dudas y cuando parecía que Dios lo había abandonado. Jesús no se rindió porque tenía la seguridad de que su Padre estaba con él. Del mismo modo, nosotros también debemos tener esa seguridad y convicción de que Dios nos busca y quiere reconciliarse con nosotros. A veces, podemos sentir que Dios está alejado de nosotros debido a nuestros errores, pero en realidad, es Él quien nos busca a nosotros. En medio de las terribles tinieblas y aparentemente abandonado por su Padre, Cristo confió en la evidencia previa de que había sido aceptado por Él.

La fe de Jesús es una fe profunda, confiada y comprometida. Es una fe que no se deja sacudir por los demonios ni por las pruebas de la tierra. Es una fe que confía y cree cuando no puede ver ni entender, que se aferra a Dios cuando parece que no hay nada más a qué aferrarse. Y esta misma fe de Jesús, este don, está disponible para nosotros y nos guiará en medio de la crisis que se avecina y nos ayudará a enfrentar la marca de la bestia.

Cristo nos mostró que incluso en su agonía, no perdió la confianza. Mantuvo una fe firme y dependerá de esa misma fe para que podamos enfrentar cualquier prueba. Como dice el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas (3:11): «El justo por la fe vivirá». La fe es desarrollada día a día, en los buenos y malos tiempos, cuando sentimos que Dios está cerca o cuando parece que está lejos. Debemos perseverar y confiar en el Señor.

La preparación no debe postergarse para mañana, sino que comienza ahora. Cada prueba superada con fe puede llevarnos a una vida llena de frutos preciosos. Hoy es el día para aprender a confiar y vivir confiando en el Señor hasta que Él venga por nosotros. Todos hemos tenido momentos en los que nuestra fe ha sido puesta a prueba, momentos en los que todo parecía desmoronarse a nuestro alrededor y nuestra fe fue lo único que nos sostuvo. Y esas experiencias podrían ayudar a otros que están pasando por situaciones similares. Tenemos historias de perseverancia y victoria para compartir.

Cuando somos fieles al Señor, Él nos ayudará a salir del lodo y de la desesperación de nuestros problemas. Personalmente, he tenido mis propias experiencias en las que Dios me ha ayudado cuando parecía que no había solución. Estas experiencias fortalecen nuestra esperanza y nos permiten desarrollar una confianza aún mayor en el Señor.

En resumen, la lucha cósmica entre el bien y el mal tiene lugar en el universo y en nuestro mundo interno. Jesús experimentó agonía y desesperación en la cruz al sentirse separado de su Padre debido al peso del pecado de toda la humanidad. Sin embargo, su fe firme en el Padre lo sostuvo hasta el final. Debemos seguir su ejemplo y tener la fe de Jesús en nuestra vida, una fe que nos permita enfrentar cualquier prueba, incluida la marca de la bestia. La fe se desarrolla día a día, en momentos buenos y malos, y nos brinda la esperanza y la confianza para perseverar hasta el regreso de nuestro Salvador. No importa cuán oscuro pueda parecer el panorama, podemos confiar en que Dios está con nosotros y nos ayudará a superar cualquier dificultad. Así que, depender de la fe de Jesús y mantenernos firmes en nuestra relación con Dios será nuestro ancla en medio de la tormenta. ¡No dejemos que nuestras circunstancias nos hagan dudar, sino confiemos en que Dios está con nosotros en todo momento!

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