El valor de todo – Levítico 27

En esta vida, todo tiene un valor y nos cuesta. Nada es realmente gratis, incluso la salvación tiene un precio. Aunque la Biblia dice que hemos sido salvados gratuitamente, en realidad la salvación fue pagada por Cristo al morir por nosotros. Cuando recibimos un regalo, alguien pagó por él. Todo en esta vida tiene un precio, y eso incluye nuestra redención.

El libro de Levítico ocupa un lugar central en los cinco libros de Moisés. Contiene instrucciones detalladas sobre el culto en Israel y es fundamental para comprender el Nuevo Testamento. El último capítulo, el capítulo 27, nos habla sobre el valor de las cosas y cómo debemos utilizar los recursos que Dios nos ha dado.

Dios establece normas claras para el pueblo de Israel. Por ejemplo, un hombre de entre 20 y 60 años, que está en su edad productiva, se estima en 50 ciclos de plata, mientras que una mujer se estima en 30 ciclos de plata. Esto no significa que algunas personas valgan más que otras, sino que algunas tienen más recursos y capacidades para dar más.

Si alguien no puede pagar su estimación porque es muy pobre, puede ir ante el sacerdote y él lo absolverá de acuerdo a sus recursos. Además, aquellos que hacen votos especiales al Señor deben cumplirlos y no cambiar un animal bueno por uno malo o viceversa. Todo debe ser consagrado al Señor.

La Biblia también habla sobre el diezmo, que es un porcentaje de nuestros recursos. Aunque puede ser controversial, es un privilegio que Dios nos ha dado para apoyar a sus siervos y a las congregaciones. Sin embargo, es importante que estos recursos se utilicen correctamente y que reconozcamos que todo lo que tenemos pertenece al Señor.

En resumen, debemos reconocer que todo en esta vida tiene un valor y nos cuesta. La salvación no es gratuita, fue pagada por Cristo. Dios establece normas para gestionar nuestros recursos y nos anima a reconocer que todo le pertenece. El diezmo es una forma de apoyar a la obra del Señor y debemos utilizar estos recursos sabiamente. En última instancia, todo es una cuestión de dependencia y confianza en Dios y reconocer que él es el dueño de todo.

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