Las Sagradas Escrituras o La Biblia, constituyen la palabra de Dios escrita transmitida por inspiración divina mediante santos hombres de Dios. A través de esta palabra, Dios ha comunicado a los seres humanos el conocimiento necesario para alcanzar la salvación. Las Sagradas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad divina, la norma del carácter, el criterio para evaluar la experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas y un registro fidedigno de los actos de Dios realizados en la historia.
En este artículo, nos adentramos en el libro de Números, específicamente en los capítulos del 18 al 20. Estos capítulos contienen múltiples instrucciones y mandamientos que Dios dio a Aarón y los levitas acerca de sus responsabilidades y deberes en el santuario. Es importante recordar que los levitas eran una tribu de la descendencia de Leví, y su función principal era servir como ayudantes en el culto y el servicio del santuario.
Las responsabilidades de los levitas
Dios le dijo a Aarón que él y sus hijos, junto con la tribu de Leví, serían los encargados de cargar con el pecado cometido contra el santuario y las ofensas contra el sacerdocio. Los levitas serían los ayudantes de Aarón y sus hijos, y tendrían la responsabilidad de servir en la tienda de reunión y cuidar del santuario y del altar.
Sin embargo, había una advertencia clara: ningún extraño debía acercarse a ellos. Los levitas debían ser los únicos que tuvieran el cuidado del santuario y del altar. Este mandamiento era para evitar que cayera más ira sobre los israelitas
Dios también estableció que los levitas recibirían los diezmos de todo Israel por su ministerio en la tienda de reunión. Los levitas no tendrían herencia de tierra, pero Dios sería su parte y su herencia en medio de los israelitas. Además, Dios le dio a Aarón y a sus hijos todas las ofrendas santas reservadas del fuego, así como las primicias de los productos de la tierra que los israelitas presentaran al Señor.
En resumen, las responsabilidades de los levitas incluían el cuidado del santuario y del altar, recibir los diezmos de Israel y ser los beneficiarios de las ofrendas santas y las primicias de los productos de la tierra.
La purificación y el agua de la rencilla
En los capítulos 19 y 20 de Números, se abordan varios temas relacionados con la purificación y el agua de la rencilla. En primer lugar, se establece una ley relacionada con aquellas personas que tocan un cadáver. Estas personas quedaban impuras durante siete días y debían purificarse con agua de la rencilla para volver a estar limpias.
La ley de la purificación también se aplicaba a las vasijas abiertas sin tapa y a aquellos que tocaban un cadáver humano en campo abierto. El proceso de purificación involucraba el uso de las cenizas de una vaca bermeja perfecta, que se mezclaban con agua corriente y se rociaban sobre las personas y los objetos impuros. Esta agua de la purificación se convertía en un estatuto perpetuo para los israelitas y los extranjeros que vivieran entre ellos.
Además, en estos capítulos, se relata el episodio donde los israelitas llegan al desierto de Zin y se encuentran sin agua. Moisés y Aarón se enfrentan a la congregación y ante la presencia del Señor, Moisés golpea una roca para que brote agua. Sin embargo, debido a la falta de fe de Moisés y Aarón, Dios les dice que no entrarán en la tierra que les ha sido prometida.
El duelo por la muerte de Aarón
Finalmente, en el capítulo 20, se narra la muerte de Aarón en el monte Hor. La congregación de Israel hace duelo por Aarón durante 30 días. Después de la muerte de Aarón, el liderazgo religioso pasó a su hijo Eleazar.
En conclusión, los capítulos del 18 al 20 de Números contienen múltiples instrucciones y mandamientos que Dios dio a Aarón y los levitas acerca de sus responsabilidades en el santuario y el culto. También se abordan temas relacionados con la purificación y se relata el duelo por la muerte de Aarón. Estos pasajes nos enseñan sobre la importancia de obedecer los mandamientos de Dios y confiar en su provisión.
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