El Mesías sacrificado | El cumplimiento profético

En este artículo, vamos a hablar acerca de la profecía del Mesías que fue cortado, o sacrificado, como revelado en el libro de Daniel. Para entender completamente esta profecía, necesitamos el contexto histórico de la reconstrucción de Jerusalén y los decretos emitidos para permitir esta reconstrucción. Si aún no estás al día con esta información, te invito a que leas los artículos anteriores en nuestra página web para tener un entendimiento completo de la situación.

El decreto de restauración de Jerusalén, emitido en el año 457 antes de Cristo, marca el inicio de la profecía del Mesías cortado. Según la profecía, el período desde este decreto hasta el Mesías serían 69 semanas, o 483 años. Avanzando en la línea del tiempo, llegamos al año 27 de nuestra era cristiana, que es cuando Jesucristo fue ungido como el Mesías durante su bautismo. Este bautismo marcó el inicio de los tres años y medio de su ministerio terrenal.

En la carta de Pablo a los romanos, encontramos una descripción detallada del sacrificio de Cristo por nosotros, los pecadores. Su muerte en la cruz cumplió la profecía de Daniel de que el Mesías sería cortado al final de las 69 semanas. Su sacrificio marcó el fin del sistema de sacrificios y la purificación del santuario.

En el año 31, en la primavera, se realizó el sacrificio de Cristo en la cruz durante la Pascua. Sin embargo, la purificación del santuario aún estaba por venir. La profecía de las 2300 tardes y mañanas no se completaría hasta el año 1844.

En el evangelio de Marcos, se registra que el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo con la muerte de Jesús. Esto significaba que el precio del pecado había sido pagado y los sacrificios en la tierra habían perdido su sentido. Cristo ahora entraría en una nueva fase de su ministerio como sacerdote.

En resumen, la profecía del Mesías cortado se cumplió con la muerte de Jesús en la cruz. Su sacrificio marcó el fin del sistema de sacrificios y la purificación del santuario. Sin embargo, la profecía de las 2300 tardes y mañanas se completaría en el año 1844. La ruptura del velo del templo simbolizó el acceso directo a Dios a través de Cristo y nos proyectó hacia la hora del juicio final.

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