En nuestro recorrido explicativo por las Sagradas Escrituras, llegamos al capítulo 13 del segundo libro de los reyes. En este capítulo, vemos cómo Joacas, hijo de Geo, se convierte en el rey de Israel en el año 23 del reinado de Joas, rey de Judá. Al igual que muchos de los reyes de Israel anteriores, Joacas también hizo lo malo ante los ojos del Señor, siguiendo los pecados de Jeroboam hijo de Nabat y llevando a Israel a la idolatría.
Debido a la desobediencia de Joacas, el Señor entregó a Israel en manos del rey de Siria, Azael, quien oprimió al pueblo por largo tiempo. Sin embargo, Joacas, a pesar de sus pecados, oró al Señor y Él lo escuchó y miró la aflicción de Israel. Esto nos muestra que, a pesar de nuestras faltas, podemos acercarnos a Dios en oración y Él nos escuchará.
Azael, el rey de Siria, murió y su hijo Ben-adad lo sucedió en el trono. Joacas recuperó las ciudades que Azael había tomado de manos de su padre en guerras anteriores. Sin embargo, a pesar de las intervenciones de Dios y las victorias que Él le concedió, Joacas no se apartó de los pecados de Jeroboam y no siguió fielmente al Señor.
Luego, Eliseo, el siervo de Dios, se enfermó gravemente y finalmente murió. Antes de su muerte, le dio un mensaje al rey Joas, instándolo a tomar un arco y unas saetas y abrir la ventana que daba al oriente. Luego, Eliseo puso su mano sobre la mano del rey y le ordenó tirar una saeta de salvación contra Siria. Eliseo quería mostrarle al rey que Dios podía darle la victoria sobre sus enemigos, pero el rey solo golpeó la tierra tres veces y no tuvo la fe suficiente para recibir la plena victoria que Dios le ofrecía.
Luego de la muerte de Eliseo, un año después, los israelitas estaban enterrando a un hombre en el sepulcro de Eliseo y cuando su cuerpo tocó los huesos del siervo de Dios, el hombre resucitó. Esto nos muestra el poder de Dios sobre la muerte y cómo Él puede hacer milagros incluso después de la muerte de sus siervos.
En resumen, este capítulo nos enseña la importancia de buscar a Dios en oración, incluso en medio de nuestros pecados y faltas. Nos muestra que Dios es misericordioso y puede darnos la victoria incluso en las situaciones más difíciles. También nos anima a tener fe y confiar en las promesas de Dios, sabiendo que Él tiene el poder sobre la muerte y puede resucitar incluso a aquellos que descansan en Él.
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