En este artículo, continuaremos nuestro recorrido por las Sagradas Escrituras, abriendo nuestras Biblias en el segundo libro de Samuel, capítulos 18 y 19. En estos pasajes, encontramos a David preparándose para la batalla contra Israel. David pasa revista a su tropa y nombra a jefes de mil y de cien para liderarlos. Sin embargo, cuando David decide unirse a la batalla, el pueblo insiste en que no lo haga, ya que su vida es invaluable y su presencia en la ciudad sería de mayor ayuda. David concede a su pueblo y se queda en la puerta mientras el ejército sale a la batalla.
La batalla se desarrolla en el bosque de Efraín y el ejército de Israel es derrotado por los siervos de David, resultando en una gran matanza de 20,000 hombres. Durante la batalla, Absalón, el hijo de David, se encuentra con los siervos de David y termina atrapado entre el cielo y la tierra cuando su mulo se enreda en una encina. Un hombre ve a Absalón y le informa a Joab, uno de los capitanes de David. Joab le pregunta por qué no lo mató y el hombre responde que había escuchado las órdenes del rey de no tocar al joven Absalón. Sin embargo, Joab decide matar a Absalón él mismo, disparando tres dardos en su corazón y asegurando su muerte.
Después de la muerte de Absalón, se lleva a cabo una gran batalla y el ejército de David finalmente logra la victoria contra Israel. David muestra su dolor por la muerte de su hijo Absalón, lamentando en voz alta y clamando: «¡Hijo mío Absalón! ¡Absalón, hijo mío!». A pesar de la victoria, David sufre la pérdida de su hijo y todo el pueblo se entristece al ver la angustia de su rey.
El ejército de David regresa a la ciudad en silencio y avergonzado como un ejército que ha huido de la batalla. David continúa llorando por Absalón y sufriendo en el dolor de la pérdida de su hijo. Joab se enfrenta a David y le pregunta por qué está deprimido y muestra más amor por los que lo odian que por los que lo aman. Joab advierte a David que su tristeza está afectando a sus súbditos y que debería alegrarse y mostrar gratitud hacia aquellos que lo han apoyado. David finalmente se levanta y se sienta a la puerta, saludando a su ejército mientras entran a la ciudad.
La noticia de la victoria de David y su regreso a Jerusalén se extiende por todo el pueblo de Israel. Sin embargo, algunos cuestionan por qué David huyó de la batalla en primer lugar y lo acusan de abandonar a su pueblo. Los ancianos de Judá son los primeros en responder al rey y le recuerdan que ellos fueron los que lo apoyaron y lo llevaron de regreso a su hogar. Los barones de Israel también se unen al debate, argumentando que tienen más derecho sobre David que Judá debido a su gran contribución durante la batalla.
David envía a los sacerdotes Sadoc y Abiatar para mediar entre las partes en conflicto. Les pide que pregunten a los ancianos de Judá por qué son los últimos en volver a casa. Los ancianos de Judá responden que David es su pariente y que ellos son su familia. Finalmente, se llega a un acuerdo y David es reconocido como el rey de todo Israel una vez más.
En medio de este conflicto y reconciliación, vemos el amor y la lealtad de los seguidores de David, así como su complicada relación con su hijo Absalón. A medida que se desarrollan estos eventos, podemos aprender lecciones importantes sobre el perdón, la valentía y las responsabilidades de un líder.
Hasta aquí hemos llegado con nuestro recorrido por las Sagradas Escrituras. Continúa explorando la Biblia y profundizando tu conocimiento de las enseñanzas divinas. Que el Señor te bendiga en este día y en todas tus lecturas de la Palabra de Dios.
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