En este artículo exploraremos el contenido del libro del profeta Ezequiel, específicamente los capítulos del 5 al 9. Estos pasajes nos revelan una serie de profecías concernientes a Jerusalén y la nación de Israel en su conjunto. A través de la visión de Ezequiel, somos testigos de las terribles abominaciones y pecados cometidos por el pueblo de Israel, y las consecuencias que estos traerán sobre ellos.
Comenzando con el capítulo 5, el profeta Ezequiel es instruido a tomar una navaja de barbero y afeitarse la cabeza y la barba. Esta acción simbólica representa el juicio divino que vendrá sobre Jerusalén. Ezequiel también es instruido a tomar una balanza y dividir los cabellos en tercios. Un tercio de ellos será quemado en medio de la ciudad, otro tercio será herido con espada alrededor de la ciudad, y el último tercio será dispersado al viento. Estos terribles actos simbolizan la destrucción y el exilio que vendrán sobre el pueblo de Israel debido a sus pecados y desobediencia a Dios.
Dios declara que Jerusalén ha cambiado Sus decretos y ordenanzas en impiedad. La ciudad ha multiplicado su maldad más que las naciones que la rodean. A causa de su desobediencia, Dios declara que Él mismo estará en contra de ellos y ejecutará juicios en medio de ellos. Estos juicios incluyen castigos terribles, como el canibalismo y el derramamiento de sangre. Dios promete no tener piedad ni mostrar misericordia hacia ellos, y una tercera parte de los habitantes de Jerusalén morirán a causa de la peste, el hambre y la espada.
El capítulo 6 continúa con la condena de Dios sobre la idolatría de Israel. Ezequiel es llevado a los montes de Israel donde Dios le muestra la destrucción que vendrá sobre los lugares altos y los altares donde se han realizado sacrificios a ídolos. Dios promete destruir estos lugares y quebrar las imágenes de los ídolos. Sin embargo, Dios también promete dejar un remanente de su pueblo, para que haya algunos que escapen de la destrucción y se arrepientan de sus pecados.
El capítulo 7 describe el inminente fin de Judá. Dios declara que el fin se acerca sobre toda la tierra de Israel. El juicio de Dios vendrá sobre ellos y Él no les perdonará ni tendrá lástima de ellos. La tierra será llena de violencia y los lugares santos serán profanados. La devastación y el caos reinarán en medio del pueblo de Israel, y buscarán en vano la paz.
El capítulo 8 muestra los pecados específicos que se cometen en Jerusalén. Ezequiel es llevado en visión a diferentes lugares donde Dios le muestra las abominaciones que ocurren en secreto. Primero, se le muestra el ídolo del celo, donde la gloria de Dios ha sido abandonada. Luego, Ezequiel ve a los ancianos de Israel adorando ídolos y haciendo ofrendas a ellos en secreto. También se muestra la adoración del sol en el templo del Señor. Dios declara que estas abominaciones son inaceptables y que Él traerá el juicio sobre el pueblo de Israel.
Finalmente, en el capítulo 9, Dios envía a sus verdugos a la ciudad de Jerusalén. Estos verdugos están encargados de matar a todos aquellos que no tienen la señal de Dios en sus frentes. Mientras que los perversos son destruidos, aquellos que claman y gimen a causa de las abominaciones son sellados y protegidos. Esto muestra la justicia de Dios en medio del juicio que caerá sobre Jerusalén.
Estos pasajes del libro de Ezequiel nos enseñan la importancia de la obediencia y la adoración verdadera a Dios. El juicio de Dios viene sobre aquellos que se apartan de sus caminos y practican abominaciones. Sin embargo, Dios siempre deja un remanente que se arrepiente y busca Su gracia y misericordia.
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