Construcción del Templo de Salomón: Magnificencia Sagrada

En nuestro recorrido explicativo por las Sagradas Escrituras, hoy nos adentramos en el capítulo número 7 del primer libro de Reyes. En el capítulo anterior, presenciamos cómo Salomón inició la construcción del santuario, una obra que duró siete años. Este templo debía seguir la misma estructura que la tienda que construyó Moisés en el desierto, con las mismas secciones o divisiones: atrio exterior, lugar santo y lugar santísimo. Aunque las dimensiones eran diferentes, los elementos fundamentales seguían siendo los mismos.

El santuario construido por Moisés se compone de un atrio exterior, donde se encuentra el altar del sacrificio, que representaba a Cristo como cordero sacrificial. Al aceptar el sacrificio de Cristo por medio de la fe, ya no es necesario seguir sacrificando animales. También hay una fuente de bronce que simboliza la purificación a través de Cristo, quien es el agua de vida.

Continuando con el santuario, encontramos el lugar santo, donde está el candelabro de siete brazos, símbolo de Cristo como la luz del mundo y del Espíritu Santo como la obra en el pueblo de Dios. También está la mesa de los panes de la presencia, que representa tanto a Cristo como al Padre y el alimento espiritual que nos nutre.

Finalmente, en el lugar santísimo encontramos el arca del pacto, que contiene los diez mandamientos escritos por Dios. Allí se manifestaba la gloria del Señor y se hacía expiación por el pecado del pueblo de Israel una vez al año.

Es importante destacar que el santuario no es solo un lugar físico, sino que también podemos aplicarlo a nuestra propia vida espiritual. Como iglesia, formamos parte del santuario, avanzando desde el atrio exterior hacia el lugar santo y finalmente, el lugar santísimo. Somos llamados un real sacerdocio, una nación santa, y debemos manifestar las virtudes de Dios que nos sacó de las tinieblas a la luz admirable.

En este capítulo, vemos cómo Salomón, una vez finalizada la construcción del templo, se dedicó a construir su propia casa. La construcción de su hogar duró 13 años, un poco más que el templo. Esto nos enseña que, antes de construir nuestro hogar, debemos buscar primero a Dios y permitir que Él edifique nuestra casa. Nuestra casa también debe ser un centro de adoración y lugar destinado para la gloria de Dios.

En cuanto a la elaboración de los muebles del templo, Salomón contrató a un experto broncista, y juntos crearon columnas, pilas, bueyes de bronce, candelabros y diversos utensilios. Todo esto fue hecho en bronce y oro, y cada uno de estos elementos representa a Cristo y su obra redentora.

El templo construido por Salomón ya no existe en la actualidad, ya que fue destruido en el año 605 a.C. cuando los babilonios atacaron Jerusalén. Posteriormente, se construyó un segundo templo, que también fue destruido en el año 70 d.C. por los romanos. Actualmente, solo queda el Muro de los Lamentos como vestigio de aquel templo.

Es importante entender que el verdadero santuario está en el reino de los cielos, donde Cristo ministra en nuestro favor. A medida que avancemos en nuestro recorrido por las Sagradas Escrituras, podremos comprender mejor el contexto en el que se desarrolló el Ministerio de Cristo y entenderemos la importancia del templo en su obra redentora.

Te invito a seguir leyendo nuestros próximos artículos para profundizar en el estudio del santuario y su significado en nuestra vida espiritual. Que Dios te bendiga y te guarde, y que su paz sea contigo.

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