Diezmos y ofrendas: sustentando la obra de Dios

En esta ocasión estamos analizando y explicando el capítulo 18 del libro de Números en la Biblia. En este capítulo, se nos presenta la importancia de confiar en Dios a pesar de nuestras debilidades y errores. Dios escoge a Aarón, a pesar de sus imperfecciones, para ser el sumo sacerdote y encargado del santuario. El santuario había sido mandado a construir por Dios a través de Moisés y se convierte en un símbolo del plan de salvación de Dios para la humanidad. Israel, después de haber sido liberado de la esclavitud en Egipto, se prepara para entrar en la tierra prometida, pero dudan del poder de Dios y son condenados a pasar 40 años en el desierto. Durante ese tiempo, la generación actual moriría y la siguiente generación tomaría posesión de la tierra. Aarón, a pesar de haber sido juzgado y criticado, es elegido por Dios para llevar el pecado del pueblo y mediar entre ellos y Dios. Dios ve lo que hay en nuestro corazón y nos invita a acercarnos confiadamente a Él a través de Cristo. A pesar de las luchas y dificultades que enfrentamos, Dios está siempre a nuestro lado. Además, se nos habla de la importancia de las ofrendas y los diezmos en la adoración a Dios. Los levitas y los sacerdotes tenían la responsabilidad de administrar estos recursos y dependían del pueblo de Israel para su sustento. Al cumplir con estas responsabilidades, el pueblo era bendecido y no sufrirían escasez. Podemos aplicar este concepto a nuestras vidas actuales, reconociendo que todos tenemos algo que ofrecer a Dios y que Él proveerá para nuestras necesidades. Es importante ser fieles en la administración de los recursos que Dios nos ha dado y ser generosos con aquellos que dedican su tiempo y talento al servicio del evangelio. La fidelidad en la administración de los recursos nos permitirá vivir confiadamente en que Dios proveerá para nuestras necesidades. En resumen, este capítulo nos enseña la importancia de confiar en Dios, ser fieles en la administración de los recursos y reconocer que todos somos ministros y sacerdotes para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a la luz admirable.

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