En este artículo, exploraremos el capítulo 9 del segundo libro de Samuel en la Biblia. En este capítulo, vemos a David mostrando generosidad hacia la familia de su difunto amigo Jonathan. Antes de profundizar en el capítulo, es importante retroceder al capítulo 4 de este mismo libro para comprender el contexto.
En el capítulo 4, vemos que la familia de Saúl, el antiguo rey de Israel, comienza a temer a David y a huir debido a los temores de represalias por parte del nuevo rey. Durante esta huida, la nodriza del hijo de Jonathan, llamado Mefiboset, lo soltó y cayó, quedando lisiado de los pies. Durante muchos años, Mefiboset vivió en una condición deplorable, sin recibir atención médica y sufriendo en silencio.
En el capítulo 9, David busca a alguien de la casa de Saúl a quien pueda mostrar favor por amor a Jonathan, quien había sido su amigo cercano. Después de indagar, David descubre que aún hay un hijo de Jonathan vivo, llamado Mefiboset, quien está viviendo en la casa de Maquir. David manda a buscar a Mefiboset y lo lleva ante él.
Aunque no se mencionan los sentimientos exactos de Mefiboset en este encuentro, podemos imaginar el miedo, la angustia y la incertidumbre que podría haber sentido ante la llamada del rey. Sin embargo, David le ofrece palabras de consuelo y le asegura que no haya temor, ya que desea favorecerlo por amor a Jonathan.
David le devuelve todas las tierras de Saúl y garantiza que Mefiboset siempre comerá a su mesa. Además, David le asigna a Ziba, el siervo de Saúl, la tarea de cuidar de Mefiboset y velar por todas sus necesidades. De esta manera, Mefiboset recibe privilegios y bendiciones que le permiten vivir en una mejor situación.
La historia de Mefiboset es un recordatorio de cómo el pecado y los errores de otros pueden afectar nuestras vidas. Mefiboset nació con el derecho de recibir privilegios y bendiciones como hijo del rey, pero debido al miedo y los errores de su abuelo, sufrió terriblemente. Sin embargo, David, en su papel de rey y redentor, muestra compasión y amor hacia Mefiboset, asegurándole que será tratado como un hijo y recibirá todas las bendiciones y cuidado que necesita.
Esta historia también es un recordatorio de cómo Dios, a través de Jesucristo, nos ofrece la oportunidad de ser restituidos y redimidos, a pesar de las consecuencias del pecado en nuestras vidas. Como hijos del Rey, tenemos la herencia celestial y las bendiciones eternas. Podemos acercarnos a la mesa del Señor y disfrutar de sus provisiones y cuidado. Aunque todavía sufrimos las consecuencias del pecado en este mundo, podemos confiar en el amor y la gracia de Dios para sustentarnos y renovarnos cada día.
En resumen, la historia de Mefiboset nos enseña sobre la generosidad y el amor de David hacia la familia de su amigo Jonathan. También nos recuerda cómo Dios, a través de Jesucristo, nos ofrece la oportunidad de ser redimidos y recibir la herencia celestial como hijos del Rey. Que esta historia nos inspire a confiar en el amor y la provisión de Dios en todas las circunstancias de nuestra vida.
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