El libro del Éxodo relata la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto y la establece un pacto con Dios. A lo largo del libro, se destaca el propósito de mostrar que ni la infidelidad del pueblo ni la oposición de las naciones más poderosas podrían desbaratar el plan de Dios para su pueblo. En el capítulo 24 de Éxodo, se narra cómo Moisés sube al monte Sinaí junto con Aarón, Nadab, Abihu y los setenta ancianos de Israel para encontrarse con Dios.
En este encuentro, Dios establece una relación de pacto con su pueblo. Moisés expone las leyes divinas pronunciadas anteriormente y el pueblo responde con un compromiso de fidelidad y obediencia. Se ofrecen holocaustos y sacrificios de paz como símbolos de consagración y comunión renovada con Dios.
Moisés toma la sangre de los sacrificios y la esparce sobre el pueblo y sobre el altar, sellando así el pacto entre Dios y el pueblo de Israel. Luego, Moisés sube al monte para recibir las tablas de piedra en las que están escritos los diez mandamientos, una muestra de la ley que Dios establece para su pueblo.
En el monte, Moisés y Josué permanecen durante cuarenta días y cuarenta noches. Durante este tiempo, Moisés recibe más instrucciones y leyes que serán relevantes en la construcción del santuario y en la vida cotidiana del pueblo.
Este capítulo del Éxodo nos enseña la importancia de depender de Dios y desconfiar de nosotros mismos. Nos muestra que aunque podamos prometer fidelidad a Dios, podemos fallar y caer en pecado. Sin embargo, también nos recuerda que mientras haya vida y el tiempo de gracia no se haya agotado, todavía hay esperanza para nosotros.
La ley de Dios, la cual se establece en este capítulo, es fundamental en nuestra relación de pacto con Dios. Aunque la ley nos muestra nuestra condición pecadora, también nos conduce a Cristo, quien nos limpia de todo pecado. Por lo tanto, debemos amar y deleitarnos en la ley de Dios, ya que nos muestra el camino hacia la libertad y la vida plena en Cristo.
En conclusión, el capítulo 24 de Éxodo nos enseña sobre la importancia de hacer un compromiso con Dios, pero también nos recuerda que debemos depender de Él y desconfiar de nosotros mismos. Nos muestra que la ley de Dios es esencial en nuestra relación con Él y nos anima a obedecerla y amarla. Aprendemos de los errores del pueblo de Israel y recordamos que todavía hay esperanza para nosotros a través de la gracia de Cristo.
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