En el capítulo 3 del libro de Jueces, vemos cómo la nueva generación de israelitas se olvidó del Señor y adoró a otros dioses. Como consecuencia, Dios permitió que fueran oprimidos por sus enemigos. Sin embargo, cuando los israelitas clamaron al Señor, Él levantó jueces para liberarlos.
Uno de los jueces mencionados es Otoniel, quien fue sobrino de Caleb y demostró valentía al ganar a la hija de Caleb como esposa. Otoniel juzgó a Israel y los liberó de la opresión de Cusan Risataim, rey de Mesopotamia, durante 40 años.
Después de este periodo de paz, los israelitas volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor y fueron oprimidos nuevamente, esta vez por Eglón, rey de Moab. Durante 18 años, los israelitas sirvieron a Eglón, hasta que Dios levantó a Eud para liberarlos. Eud, quien era zurdo, asesinó a Eglón en secreto y lideró a los israelitas en la derrota de los moabitas.
Finalmente, se menciona a Sangar, quien mató a 600 filisteos con una quijada de buey.
Estos jueces imperfectos fueron utilizados por Dios para liberar a su pueblo de la opresión. Es importante destacar que aunque cometieron errores, Dios los usó para lograr grandes victorias.
Este relato nos enseña que Dios puede usar a personas imperfectas para hacer su voluntad. También nos recuerda la importancia de buscar al Señor y obedecer sus mandamientos. Además, nos desafía a reflexionar sobre las influencias negativas que nos rodean y a tomar decisiones que nos acerquen a Dios.
En conclusión, el capítulo 3 de Jueces nos muestra cómo Dios levantó jueces para liberar a su pueblo de la opresión. A través de personajes como Otoniel, Eud y Sangar, vemos que Dios puede usar a personas imperfectas para lograr grandes victorias. Este relato nos desafía a buscar al Señor y a ser fieles a sus mandamientos en medio de una sociedad corrompida.
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