El libro del Levítico ocupa un lugar central en los cinco libros de Moisés, flanqueado por Génesis y Éxodo por un lado, y por Números y Deuteronomio por el otro. Así como el santuario era el centro del culto de Israel, también el libro del Levítico contiene el meollo de la instrucción dada respecto de aquel culto. Es el evangelio en embrión, con el cual se puede comprender mejor el Nuevo Testamento. Sin él, algunas partes de los evangelios y de las epístolas estarían envueltas en oscuridad y tinieblas. Por tanto, el libro del Levítico debe ocupar su lugar legítimo en el armazón de las verdades que se deben predicar.
Bienvenidos una vez más a nuestro recorrido explicativo por la Biblia. ¿Están listos para analizar juntos el capítulo 4 de Levítico? ¡Vamos a ello!
En este capítulo, se habla de los pecados de inadvertencia, aquellos cometidos sin conocimiento completo de que eran pecado. Para entenderlo mejor, es necesario repasar brevemente los capítulos anteriores.
En los capítulos 1, 2 y 3 se describen los holocaustos, las oblaciones y las ofrendas de paz. En estas descripciones, se muestra lo que se ofrecía en el altar y cómo se ofrecía, ya fuera un becerro, una cabra, un cordero, un pichón de paloma o una tórtola. Además, se menciona que las oblaciones de grano debían ser de flor de harina, no debían contener levadura ni miel. En cambio, debían tener el elemento de la sal. La grasa era el elemento predominante en los sacrificios, y a Dios se le reservaba la grasa y la sangre, como muestra de respeto y reconocimiento de su soberanía.
A partir del capítulo 4, se empieza a dar instrucciones sobre qué hacer cuando alguien comete un pecado por inadvertencia. Se mencionan cuatro tipos de personas o grupos que ofrecían sacrificios: el sumo sacerdote, la congregación, los jefes de familia y el pueblo en general.
En el caso del sumo sacerdote, debía ofrecer un becerro sin defectos. El sumo sacerdote ponía su mano sobre la cabeza del becerro y lo degollaba ante el Señor. Luego, mojaba su dedo en la sangre y rociaba siete veces hacia el velo del santuario. También juntaba la sangre en los cuernos del altar y vertía el resto al pie del altar. Luego, quemaba toda la grasa del becerro en el altar y sacaba el resto del animal fuera del campamento para quemarlo en un lugar limpio.
En el caso de la congregación, representada por los ancianos del pueblo, se seguía un procedimiento similar al del sumo sacerdote. La congregación también ofrecía un becerro sin defectos como sacrificio de expiación por su pecado de inadvertencia.
Los jefes de familia debían ofrecer un macho cabrío sin defectos como sacrificio por su pecado. Y el pueblo en general podía ofrecer una cabra o un cordero sin defectos como sacrificio por su pecado.
En todos los casos, se mojaba el dedo en la sangre de la víctima y se rociaba en los cuernos del altar del holocausto. La grasa se quemaba en el altar como ofrenda grata al Señor. Con estos sacrificios, se buscaba expiar el pecado cometido y obtener el perdón.
Es importante destacar que los sacrificios de animales eran una representación simbólica del sacrificio de Jesús en la cruz. Él fue el cordero sin defectos que murió por nuestros pecados y obtuvo el perdón para todos los que creen en él.
La enseñanza principal de este capítulo es que la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús. A través de su sacrificio, podemos obtener perdón y reconciliación con Dios.
Espero que este análisis del capítulo 4 de Levítico haya sido de bendición para ti. Recuerda que si tienes alguna pregunta o comentario, puedes dejármelo en la sección de comentarios o contactarme a través del número de WhatsApp que aparece en la descripción del video. ¡Que Dios te bendiga!
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