En esta segunda parte del libro de Esdras, nos encontramos con la llegada del sacerdote Esdras a Jerusalén, después de haber obtenido el favor del rey Artajerjes de Persia. Esdras, quien provenía de una familia sacerdotal de Jerusalén, se convierte en un líder espiritual clave en la reconstrucción de la ciudad y la restauración del culto al Señor. Esta segunda parte del libro nos muestra que a pesar de los obstáculos y desafíos que enfrentaron, el pueblo de Israel siguió adelante en la obra de Dios con determinación y obediencia.
Después de la reconstrucción del templo, aún quedaba mucho por hacer. Los muros de Jerusalén estaban en ruinas y la ciudad no estaba completamente restaurada. Esdras reúne a los principales líderes de Israel y se dispone a llevar a cabo una nueva oleada de repatriación, invitando a aquellos que deseen regresar a Jerusalén a unirse a él en este viaje. El rey Artajerjes no solo le concede permiso para llevar a cabo esta repatriación, sino que también le provee con recursos, como plata, oro, trigo y aceite, para que sean utilizados en el culto al Señor y en la restauración de la ciudad.
Esdras reconoce que todo esto es posible gracias a la providencia y la mano de Dios en su vida y en la de su pueblo. Él alaba al Señor por mover el corazón del rey Artajerjes y por favorecerlo con su misericordia. Esdras entiende que todo lo que Dios ordena debe ser cumplido con diligencia y obediencia, y que aquellos que no cumplan con la ley de Dios y las normativas establecidas serán castigados de acuerdo a la gravedad de sus transgresiones.
Este pasaje nos enseña la importancia de seguir la voluntad de Dios y de obedecer sus mandamientos. Aunque vivimos en una sociedad que a menudo promueve el relativismo moral y espiritual, como creyentes debemos mantenernos fieles a los principios establecidos por Dios. Además, nos muestra que Dios siempre provee lo necesario para cumplir su obra. A través del ejemplo de Esdras, vemos que cuando estamos dispuestos a ser guiados por Dios, Él nos proveerá con los recursos y las personas adecuadas para llevar a cabo su obra.
También podemos aprender que la restauración y la reconstrucción requieren perseverancia y determinación. A pesar de los obstáculos y la oposición que enfrentaron, el pueblo de Israel continuó trabajando en la obra de Dios. Esto nos anima a no rendirnos en medio de las dificultades, sino a seguir adelante con una fe inquebrantable en Dios y su poder de restauración.
En resumen, esta segunda parte del libro de Esdras nos muestra cómo Esdras, con el favor del rey Artajerjes, lidera la repatriación de los israelitas a Jerusalén y continúa la obra de restauración de la ciudad. A través de este relato, somos recordados de la importancia de seguir la voluntad de Dios, de perseverar en medio de las dificultades y de confiar en la provisión de Dios para llevar a cabo su obra. Que podamos ser como Esdras, hombres y mujeres de fe y determinación que se dedican a cumplir la voluntad de Dios en todas las circunstancias.
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