En este artículo vamos a adentrarnos en la lectura y el estudio del Libro de Ester, desde el capítulo 1 hasta el capítulo 4. Este libro forma parte del Antiguo Testamento de la Biblia y nos relata la historia de Ester, una joven judía que se convierte en reina de Persia y desempeña un papel crucial en la salvación de su pueblo.
El libro de Ester comienza situándonos en los días del rey Asuero, quien reinó sobre 127 provincias desde la India hasta Etiopía. En esos días, el rey ofreció banquetes y desplegó la riqueza y magnificencia de su reino. En el transcurso de estos banquetes, la reina Vasti se niega a comparecer ante el rey, lo cual provoca su destitución. A partir de ese momento, el rey busca una nueva reina y encuentra en Ester, una joven judía, una gran belleza y la elige como su nueva esposa y reina.
Paralelamente a esta historia, conocemos a Mardoqueo, un judío que adopta a Ester como su hija y quien se encuentra sentado en la puerta del rey. Mardoqueo se niega a arrodillarse y rendir homenaje a Amán, un oficial del rey, lo que provoca la ira de este último y desencadena un plan para destruir a todos los judíos del reino de Asuero.
Cuando Mardoqueo se entera de este plan, se llena de dolor y desesperación, viste ropas de luto y se dirige a las puertas del palacio del rey. La noticia llega a oídos de Ester y esta, desconociendo el plan de Amán, envía a un eunuco para averiguar qué está sucediendo. Mardoqueo le explica todo a Ester y le pide que interceda ante el rey para salvar a su pueblo.
Sin embargo, Ester es consciente de que entrar al patio interior del rey sin ser llamada puede costarle la vida, a menos que el rey le extienda el cetro de oro. A pesar de este riesgo, Ester decide ayunar junto a su pueblo durante tres días y luego, armada con coraje y determinación, se presenta ante el rey sin ser llamada.
Hasta aquí llega nuestro recorrido por los primeros cuatro capítulos del Libro de Ester. Esta historia nos muestra cómo la valentía y la fe de una joven judía logran cambiar el destino de su pueblo. Es una lección de esperanza y confianza en Dios, quien guía y protege a aquellos que confían en Él.
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