Hoy desperté con esperanza ardiendo en mi corazón. Anhelo ser renovado día a día a través de la Palabra de Dios. En esta ocasión, abrimos nuestras Biblias en el capítulo 2 del libro de Eclesiastés, donde Salomón, en su sabiduría madura, comparte reflexiones y consejos que son valiosos para todas las generaciones. En este capítulo, Salomón examina la vanidad de la búsqueda del placer y la sabiduría, y la futilidad de acumular riquezas materiales sin tener en cuenta a Dios.
Salomón reflexiona sobre sus experiencias y decisiones pasadas. Él se intentó probar con alegría y gozó de todos los bienes, pero se dio cuenta que también era vanidad. En su afán por encontrar el placer en la vida, Salomón se dio cuenta que esto también era en vano. Él se propuso agasajarse, entregarse a la necedad, para descubrir cuál era la mejor opción para los hombres en esta vida. Construyó casas, plantó viñas, creó huertos, cultivo árboles frutales y construyó estanques de agua para regar los bosques. Además, adquirió muchos siervos, tuvo ganado en abundancia, acumuló riquezas, y gozó del disfrute humano a través de cantores, músicos y deleites de todo tipo. Salomón se engrandeció y se aumentó en riquezas más que ningún otro en Jerusalén. Sin embargo, también comprendió que todas estas acciones eran vanidad y no tenían provecho alguno.
En el versículo 10, Salomón afirma que no negó a sus ojos ningún deseo y no privó a su corazón de ningún placer. A pesar de buscar con placer todos los deseos, llegó a la misma conclusión de que todo esto era en vanidad. Aunque disfrutar del placer y la sabiduría pueden tener cierto valor, Salomón se da cuenta que la sabiduría supera a la necedad, así como la luz supera a las tinieblas. Aunque el sabio tiene visión y entendimiento, el necio camina en la oscuridad. Sin embargo, Salomón comprende que a ambos, tanto al sabio como al necio, les sucede lo mismo: la muerte y el olvido. Por lo tanto, Salomón aborrece la vida porque toda la obra que se hace debajo del sol es fastidiosa y vanidad.
Salomón se desilusiona de todo su trabajo y de la sabiduría en la que tanto se ha esforzado. Llega a pensar que todo esto es en vanidad porque después de su partida, no sabe en manos de quién quedará su legado. No sabe si el que le suceda será sabio o necio, por lo que su trabajo y sabiduría también serán en vano.
Es fácil identificarse con Salomón y su desesperanza en ocasiones, especialmente después de haber invertido tanto esfuerzo y sacrificio en la búsqueda del éxito y la felicidad, solo para encontrarnos con la realidad de la muerte y la incertidumbre. Sin embargo, en el versículo 24, Salomón nos deja con una sensación de esperanza renovada. Él nos dice que no hay nada mejor para el hombre que comer, beber y disfrutar de los frutos de su trabajo. Pero lo más importante, él nos recuerda que todo esto viene de la mano de Dios. Sin Dios, ¿quién puede comer y encontrar satisfacción en la vida?
Sabemos que Dios es el dador de toda buena dádiva y la fuente de nuestras bendiciones. Nuestras posesiones y bienes materiales no son un fin en sí mismos, sino herramientas que Dios nos ha dado para que podamos disfrutar de ellos y bendecir a otros. Al utilizar los dones de Dios de manera sabia y generosa, podemos vivir con la esperanza de que el Señor bendice nuestro trabajo y nos da gozo en nuestra labor.
En conclusión, aunque la vida puede parecer en vano cuando solo nos enfocamos en lo material, podemos encontrar esperanza al reconocer que todo viene de la mano de Dios. Al buscar su sabiduría y deleitarnos en él, podemos vivir una vida plena y significativa. Que nos inspiren las palabras de Salomón y que podamos encontrar gozo y satisfacción en el trabajo que Dios nos ha dado.
Porque en última instancia, la verdadera esperanza no se encuentra en nuestras posesiones terrenales, sino en una relación con Dios que trasciende la vanidad de este mundo. Invito a cada uno de nosotros a buscar la sabiduría de Dios, a deleitarnos en su presencia y a confiar en su provisión en todas las áreas de nuestras vidas. Que Dios nos bendiga abundantemente mientras vivimos con esperanza y confianza en él.
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