En este artículo exploraremos el triste final del Rey Saúl, a partir del último capítulo del primer libro de Samuel. Aquí, nos encontramos con que mientras David luchaba contra los amalecitas para liberar a su familia, los filisteos peleaban contra Israel. Los israelitas huyeron y fueron derrotados, lo que llevó a la muerte de Saúl y sus hijos en el monte Gilboa.
Es interesante preguntarse si Satanás conocía los planes de Dios o si podía saber lo que Dios había decidido para cada uno de nosotros. Aunque Satanás le dijo a Saúl que moriría, no fue necesariamente porque Dios lo había revelado, sino porque Saúl se había apartado de Dios y, por lo tanto, estaba espiritualmente muerto. Satanás quería desanimarlo aún más para que no pudiera enfrentar la batalla, y al estar desanimado, Saúl fue derrotado. Satanás siempre está trabajando para preparar el terreno y llevarnos a la derrota en todas las áreas de nuestra vida.
En la batalla, Saúl fue alcanzado por una flecha y, herido, le pidió a su escudero que lo matara. Pero el escudero estaba demasiado asustado para hacerlo. Entonces Saúl tomó la espada y se suicidó. El suicidio es una violación del sexto mandamiento y Saúl no solo se había apartado de Dios, sino que había perdido la razón de vivir, lo cual es exactamente lo que Satanás quería.
Desafortunadamente, en pleno siglo XXI, todavía hay muchas personas que se quitan la vida debido a diversas circunstancias. La pérdida de bienes materiales, la ruptura de relaciones, la falta de empleo y muchas otras dificultades pueden llevar a las personas a perder la esperanza. Pero es en Cristo donde encontramos el verdadero sentido de la vida. En un mundo donde Cristo no es el centro, la vida carece de significado. Solo a través de Cristo podemos entender el don de la vida y encontrar verdadera paz y propósito.
En el caso de Saúl, no solo él perdió la vida, sino también sus hijos y todos los hombres que fueron a la batalla con él. Nuestras decisiones tienen consecuencias, incluso en la vida de otras personas. Por eso es importante buscar la sabiduría de Dios y tomar decisiones correctas.
Los israelitas del otro lado del Valle y del otro lado del Jordán, al enterarse de la muerte de Saúl, huyeron y dejaron sus ciudades. Los filisteos ocuparon estas ciudades y despojaron los cuerpos de Saúl y sus hijos. Publicaron la noticia de su victoria en todo el país de los filisteos y colocaron las armas de Saúl en el templo de Astarot.
Sin embargo, los hombres de Jabes de Galaad, quienes habían sufrido en el pasado debido a los ataques de los benjaminitas, mostraron respeto por el ungido del Señor. Retiraron los cuerpos de Saúl y sus hijos del muro de Betzán, los quemaron y luego los sepultaron. Estos hombres de Jabes de Galaad demostraron perdón y respeto, a pesar de las acciones pasadas de Saúl y sus descendientes.
En conclusión, el triste final de Saúl nos enseña importantes lecciones. Debemos confiar en el Señor en medio de nuestras circunstancias difíciles y recordar que nada es imposible para Dios. La vida solo tiene sentido cuando Cristo es el centro de ella. Nuestras decisiones tienen consecuencias, tanto en nuestra propia vida como en la vida de otros. Enfrentemos los desafíos de la vida con fe y confiemos en que el Señor está a nuestro lado para ayudarnos. Recordemos perdonar, respetar y ser serviciales hacia los demás. Y sobre todo, busquemos a Dios y pongamos nuestras vidas en sus manos para que su voluntad se cumpla.
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