Un Dios cercano: descubre la intimidad divina en tu vida diaria

En este artículo exploraremos la idea de un Dios cercano, un Dios que está siempre con nosotros y que nos acompaña en cada momento de nuestras vidas. A menudo nos encontramos con personas famosas o poderosas que parecen inalcanzables e inaccesibles, pero Dios es diferente. Él es el Creador del universo y tiene un interés personal en cada uno de nosotros. En este artículo, examinaremos pasajes bíblicos que nos hablan de la cercanía de Dios y cómo podemos experimentar su presencia en nuestras vidas.

Comenzamos en la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintios. En el capítulo 5, verso 17, Pablo nos enseña que si estamos en Cristo, somos una nueva creación. Esto significa que, al conectarnos con Cristo y permitir que su Espíritu Santo habite en nosotros, experimentamos una transformación profunda. Nos convertimos en nuevas personas, creadas a imagen de Cristo.

El salmo 139 nos enseña aún más sobre la cercanía de Dios. En los versículos 15 al 18, el salmista expresa su asombro de que Dios estuvo presente incluso en el vientre de su madre. Él reconoce que Dios ve todo, incluso antes de que existamos. Los pensamientos de Dios hacia nosotros son innumerables y maravillosos. Esta verdad nos revela la cercanía y el amor de Dios hacia cada uno de nosotros.

Ahora nos dirigimos al libro de los Hechos de los Apóstoles, en el capítulo 17, verso 26. Aquí, Pablo habla de cómo Dios creó a toda la humanidad y estableció sus límites y tiempos en la Tierra. Todos somos propiedad de Dios, tanto por creación como por redención. Si no reconocemos a Dios como nuestro creador, no podremos entender su redención en nuestras vidas.

Continuamos en la carta del apóstol Pablo a los Colosenses, capítulo 1, verso 17. Pablo nos enseña que Cristo existía antes de todas las cosas y que todas las cosas subsisten por Él. Esto significa que Dios no solo es el Creador y Redentor, sino que también es el Sustentador de toda la vida. Estamos vivos gracias a la misericordia y el poder de Dios.

Los teólogos hablan de la trascendencia de Dios, que es la idea de que Dios existe por encima de toda la creación. Pero también hablan de la inmanencia de Dios, que es la idea de que Dios está presente dentro de nuestro mundo y participa de manera activa en nuestras vidas. Dios no solo está allí, sino que también interviene y trabaja en nuestros corazones.

Aunque Dios es el Dios de la altura y la santidad, también se complace en habitar con los humildes y contritos de espíritu, como nos revela el profeta Isaías. Además, Jesús mismo dijo que él está en nosotros y el Padre está en él, para que podamos ser perfectos en unidad. No puede haber una cercanía mayor que esa.

La grandeza y el poder de Dios son infinitos. Él promete recrearnos y transformarnos a su imagen, para que podamos vivir en su presencia. Aunque su presencia está velada, está ahí por amor a nosotros. Esto nos da una seguridad y un consuelo inmenso.

El privilegio de estar en comunicación con Dios a través de la oración y de escuchar su voz a través de su Palabra no puede desaprovecharse. Eso fortalece nuestra fe y nos llena de esperanza.

Aunque pueda ser intimidante reconocer que Dios conoce todos nuestros pensamientos y sentimientos más oscuros, esto nos da la oportunidad de traerlos ante él y permitir que nos transforme desde adentro. La base de nuestra fe y nuestra esperanza radica en la profunda cercanía de Dios.

En conclusión, tenemos el privilegio de contar con un Dios cercano, un Dios que nos ama y se preocupa por nosotros en todo momento. A través de Jesús y el Espíritu Santo, podemos experimentar su presencia y su poder en nuestras vidas. Esta verdad nos llena de esperanza y nos da la confianza de que no importa lo que enfrentemos, Dios está con nosotros. Que esta verdad nos anime y fortalezca nuestra fe cada día.

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