En este artículo vamos a explorar el capítulo 27 del libro de Éxodo, el cual se centra en el santuario. Moisés pasó cuarenta días y cuarenta noches ante la presencia de Dios en el monte Sinaí, y Dios le dio instrucciones específicas para construir el santuario según el modelo que le había mostrado. Durante esta semana de estudio, nos hemos sumergido en los detalles del santuario, y en este artículo vamos a analizar el atrio exterior.
El atrio exterior estaba rodeado por cortinas de lino torcido, y tenía veinte columnas con sus bases de bronce. Las cortinas del lado sur tenían una longitud de cien codos, aproximadamente cuarenta y cinco metros, y estaban sostenidas por ganchos y varillas de plata. Del mismo modo, las cortinas del lado norte tenían la misma longitud, y también estaban sostenidas por columnas, bases, ganchos y varillas de plata. El ancho del atrio era de cincuenta codos, alrededor de veintidós metros y medio. En la entrada del atrio, había cortinas de quince codos con tres columnas y tres bases a cada lado.
El atrio exterior representaba el primer encuentro de las personas con el santuario. Al ingresar al atrio, lo primero que encontraban era el altar del sacrificio. Este altar era cuadrado y estaba hecho de madera de acacia cubierta de bronce. Tenía cuernos en las cuatro esquinas, que simbolizaban el poder y la fuerza de Cristo. A través de su muerte en la cruz, Cristo se convirtió en el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El altar del sacrificio era el lugar donde se ofrecía la redención y la expiación por los pecados.
En el altar del sacrificio se realizaban todas las ofrendas y sacrificios, y en el libro de Apocalipsis se describe a Cristo como el Cordero inmolado que posee siete cuernos. Estos cuernos representan el poder y la autoridad de Cristo sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra. Esto significa que la salvación ofrecida por Cristo está disponible para todas las personas, sin importar su ubicación geográfica o su situación personal. Todos tienen la oportunidad de aceptar la salvación de Cristo.
Además del altar del sacrificio, el atrio exterior también contenía otros utensilios y elementos hechos de bronce, como ceniceros, paletas, tazones, garfios y braseros. Estos utensilios eran utilizados para los rituales y servicios del santuario.
El atrio exterior estaba rodeado por estacas de bronce, que aseguraban su estructura y lo mantenían en su lugar. Estas estacas representaban la estabilidad y la solidez del santuario, y nos recuerdan la importancia de edificar nuestras vidas sobre una base firme y segura en Dios.
El atrio exterior del santuario es solo el comienzo del recorrido por el santuario. Desde el atrio, se avanza al lugar santo y luego al lugar santísimo, donde la presencia de Dios se encuentra de una manera especial. Cada área del santuario tiene sus propios significados y simbolismos, que revelan diferentes aspectos de la relación entre Dios y su pueblo.
Queridos lectores, el atrio exterior del santuario representa el primer paso en nuestra experiencia de salvación. Aceptando a Cristo como nuestro Salvador y reconociendo su sacrificio en la cruz, iniciamos un viaje hacia una relación más profunda con Dios. Así como las personas del antiguo Israel encontraron perdón y reconciliación a través de los sacrificios en el altar del sacrificio, nosotros también podemos experimentar la redención y la gracia de Dios a través de Jesucristo.
En conclusión, el capítulo 27 de Éxodo nos presenta el atrio exterior del santuario, que consistía en cortinas de lino torcido, columnas y el altar del sacrificio. Este atrio era el primer punto de encuentro entre las personas y el santuario, y simbolizaba el inicio de su experiencia de salvación. A través del altar del sacrificio, las personas encontraban perdón y reconciliación con Dios. Este pasaje nos recuerda la importancia de aceptar a Cristo y su sacrificio como base para nuestra relación con Dios. No importa en qué parte del mundo nos encontremos, la salvación de Cristo está disponible para todos. Que podamos edificar nuestras vidas en la solidez de Dios y experimentar su gracia y redención en nuestra vida diaria.
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