El libro del Levítico ocupa un lugar central en los cinco libros de Moisés, flanqueado por Génesis y Éxodo por un lado, y por Números y Deuteronomio por el otro. Así como el santuario era el centro del culto de Israel, también el libro del Levítico contiene el meollo de la instrucción dada respecto de aquel culto. Es el evangelio en embrión, con él se puede comprender mejor el Nuevo Testamento. Sin él, algunas partes de los evangelios y de las epístolas están envueltas en oscuridad y tinieblas. Entonces, el libro del Levítico debe ocupar su lugar legítimo en el armazón de las verdades que deben predicarse o enseñarse.
Levítico 14 habla acerca de la sanidad de los enfermos y qué es lo que ellos tenían que hacer una vez que habían quedado sanados. Si algo quiere Dios con nosotros es que tengamos salud, que tengamos vida en abundancia, que podamos ser sanados, pero para eso, ¿vamos a seguir en nuestra misma conducta desviada o vamos a cambiar nuestro estilo de vida? En cierto sentido, las enfermedades también pueden ser una bendición de Dios, pues nos llevan a la reflexión y a tomar decisiones.
Durante la pandemia, muchas personas renovaron su vida espiritual, otras se alejaron, pero Dios fortaleció a aquellos que estaban dispuestos a conocer su voluntad. Dios no desea que nadie se enferme, por eso es importante recordar que «tu alimento sea tu medicina», como dice el refrán. Cuidar de nuestra alimentación, llevar una vida sana y mantenernos en paz con Dios puede ayudarnos a evitar muchas enfermedades.
El capítulo 14 de Levítico habla acerca de la sanidad de los enfermos y qué es lo que ellos debían hacer una vez que habían quedado sanados. Si algo desea Dios para nosotros es que tengamos salud y vida en abundancia. Si somos fieles al Señor, Él protegerá a sus hijos, pero en cualquier momento podemos ser víctimas de una enfermedad debido a las circunstancias que nos rodean. Por ello, es importante ser prudentes y tomar medidas preventivas.
El capítulo 14 establece una ceremonia para la purificación del leproso, que incluye el uso de aves, sangre y aceite. Esta ceremonia pública de sanidad y purificación era un acto de testimonio de la misericordia y el poder de Dios para sanar a las personas. Además, el capítulo establece pautas para la sanidad de las casas, pues también podía haber enfermedades en los hogares.
Es importante recordar que las enfermedades no son necesariamente castigos divinos, sino consecuencias del pecado y las malas condiciones higiénicas. Dios nos quiere sanos, física y espiritualmente, y nos da las pautas y las oportunidades para ello. Debemos ser agradecidos por la sanidad que recibimos y cuidar de nuestra salud siguiendo las leyes y consejos que Dios nos ha dado.
En resumen, el libro del Levítico ocupa un lugar central en la Biblia y contiene instrucciones para el culto y la sanidad. Dios desea que tengamos salud y vida en abundancia, por lo que debemos cuidar de nuestra alimentación, llevar una vida sana y estar en paz con Él. En caso de enfermedad, debemos confiar en Dios como nuestro sanador y seguir las pautas que nos ha dado para restaurar nuestra salud. Además, debemos ser agradecidos por la sanidad que recibimos y transmitir esa gratitud a través de nuestras acciones y decisiones diarias.
¡Atrévete con nuestro Trivial! – ¿Quién eres David o Goliath?