En este artículo exploraremos el libro de Esdras, específicamente los capítulos 1 al 3. En estos capítulos, se relata cómo el rey Ciro de Persia permitió a los judíos regresar a Jerusalén para reconstruir el templo de Jehová. Este decreto de Ciro fue resultado de la intervención divina, ya que Dios despertó el espíritu de Ciro y lo motivó a cumplir su voluntad. Ciro proclamó en todo su reino que el Dios de los cielos le había dado todos los reinos de la tierra y le había ordenado reconstruir la casa de Jehová en Jerusalén.
El rey Ciro instó a todos aquellos que se consideraban parte del pueblo de Dios a unirse en la reconstrucción del templo. Animó a aquellos que vivían en cualquier lugar a ayudar con ofrendas, ya sean en plata, bienes, ganado o cualquier otra cosa que pudieran contribuir voluntariamente. El llamado de Ciro fue respondido por los jefes de las casas paternas de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas, así como por aquellos que vivían en los alrededores. Todos se unieron para apoyar la reconstrucción del templo, aportando sus recursos y habilidades.
El rey Ciro también ordenó que se devolvieran los utensilios de oro y plata que Nabucodonosor había llevado de Jerusalén y depositado en la casa de sus dioses. Estos utensilios fueron contados y entregados a Sesbazar, príncipe de Judá, quien los llevó de regreso a Jerusalén. Además, el libro de Esdras registra el número de personas que regresaron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén, incluyendo los hijos de las diferentes provincias.
Es importante destacar que algunos individuos no podían demostrar su linaje y descendencia israelita, por lo que fueron excluidos del sacerdocio hasta que hubiera un sacerdote con los instrumentos adecuados para consultar y determinar su linaje. Esta medida se tomó para asegurar la pureza de los sacerdotes y garantizar que estuvieran cumpliendo de manera adecuada sus funciones sagradas.
Después de que se estableció el pueblo en sus ciudades, se celebró una fiesta solemne de los tabernáculos y se reiniciaron los sacrificios y ofrendas a Jehová, aunque los cimientos del templo aún no se habían colocado. Se dieron donaciones a los albañiles y carpinteros, así como comida, bebida y aceite a los que trabajaban en la construcción del templo. Madera de cedro fue traída desde el Líbano por mar hasta Jope, siguiendo las instrucciones del rey Ciro.
El segundo año después de regresar a la casa de Dios en Jerusalén, los judíos comenzaron la construcción del templo. Los levitas mayores de 20 años fueron designados para dirigir la obra, y todos los que estaban disponibles para ayudar participaron en ella. Cuando los cimientos fueron colocados, los sacerdotes y levitas se vistieron de sus ropas ceremoniales y tocaron sus trompetas, mientras que los levitas hijos de Asaf tocaron sus instrumentos musicales y alabaron a Jehová, en cumplimiento de la ordenanza de David, rey de Israel. El pueblo respondió con gran alegría y alabanza a Dios.
Algunos de los ancianos que habían visto el templo original lloraron al ver cómo se colocaron los cimientos de esta nueva construcción, mientras que otros manifestaban su alegría con grandes gritos. El clamor era tan intenso que no se podía distinguir entre los gritos de alegría y las voces de llanto.
Con esto concluye nuestro recorrido por los capítulos 1 al 3 del libro de Esdras. En próximas ocasiones, continuaremos abriendo la palabra del Señor y explorando los tesoros que Él nos ha revelado. ¡Que Dios te bendiga en este día!
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