El poder y la victoria de David en la palabra del Señor

En este artículo continuaremos nuestro recorrido por el libro de Samuel, específicamente en los capítulos 8 al 10. En estos pasajes, podemos ver cómo el rey David logró conquistar y extender su dominio sobre varias naciones en la región.

En primer lugar, David derrotó a los filisteos y sometió a los moabitas, haciéndolos tributarios de Israel. Además, venció a los sirios de Damasco y estableció guarniciones en diferentes ciudades. El Señor estaba con David y le daba victoria dondequiera que iba.

David también tuvo éxito en su lucha contra Hadad Ezer, rey de Sobá, quien había intentado recuperar su territorio. De esta batalla, David tomó 1700 jinetes y 20,000 hombres de a pie. Además, rompió las patas de los caballos de los carros enemigos, mostrando así su superioridad y dominio.

Cuando los asirios de Damasco acudieron en auxilio de Hadad Ezer, David los derrotó también, matando a 22,000 sirios. Luego estableció una guarnición en Siria de Damasco y los sirios se convirtieron en siervos tributarios de David.

El renombre y la fama de David crecieron aún más cuando volvió de derrotar a los sirios y destruyó a 18,000 edomitas en el valle de la Sal. Estableció gobernadores en Edom y todas las naciones que sometió se convirtieron en siervas de Israel.

David reinó sobre todo Israel y ejerció su gobierno con justicia y equidad. Tenía a Joab como general de su ejército, a Sadoc y Abiatar como sacerdotes, a Seraías como escriba y a Benaya como encargado de los quereteos y peleteos.

En medio de su éxito, David recordó el pacto de amistad que había hecho con Jonatán, hijo de Saúl, y se preguntó si había alguien de la casa de Saúl a quien pudiera mostrar bondad por amor a Jonatán.

David se enteró de que había un hijo de Jonatán llamado Mefiboset, quien era lisiado de los pies. David lo buscó y lo trajo a Jerusalén, mostrándole bondad y restaurándole todas las tierras de Saúl. Mefiboset comería siempre a la mesa de David como uno de sus hijos.

Mefiboset tenía un hijo llamado Mica, y toda la familia de Saúl se convirtió en sierva de David. Mefiboset vivía en Jerusalén y era lisiado de ambos pies.

Luego, el rey de Amón murió y su hijo Hanún reinó en su lugar. Hanún cometió un error al deshonrar a los mensajeros que David envió a saludarlo. Esto llevó a una guerra entre Amón y los israelitas.

David envió a Joab con su ejército para luchar contra los amonitas, mientras él mismo se enfrentó a los sirios. El Señor le dio la victoria a David y los amonitas se rindieron. La paz se restableció y los amonitas se convirtieron en siervos de Israel.

En resumen, en estos capítulos de Samuel vemos cómo David logró conquistar a sus enemigos y extender su reino. El Señor estaba con él y le daba victoria en todas sus batallas. David también mostró bondad y misericordia hacia Mefiboset, cumpliendo así el pacto que había hecho con Jonatán. La historia de David nos enseña sobre la importancia de confiar en Dios y gobernar con justicia y equidad.

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