En este artículo, exploraremos la importancia de conocer a Cristo para poder conocer a Dios y cómo esto nos transforma a su imagen. También discutiremos por qué necesitamos un poder superior para cambiar nuestros corazones y cómo Jesús es la respuesta a esa necesidad.
La sabiduría del mundo y el conocimiento de Dios
El mundo está lleno de sabiduría y conocimiento, pero no es suficiente para conocer verdaderamente a Dios. A lo largo de la historia, muchas personas han hablado con elocuencia acerca de la divinidad, pero sus razonamientos no nos acercan a Dios de manera significativa. Esto se debe a que aquellos que hablan de Dios sin tener una relación íntima con Él no pueden revelarnos su verdadero ser.
Cristo, por otro lado, es la completa revelación del Padre. Aunque nadie ha visto jamás a Dios, Cristo, siendo el Hijo único de Dios, está íntimamente ligado al Padre y nos ha revelado quién es Dios. Solo a través de Cristo podemos conocer a Dios y a medida que lo contemplamos, somos transformados a su imagen. Esto nos prepara para su segunda venida.
La necesidad de un cambio de corazón
Originalmente, el ser humano fue creado perfecto y en armonía con Dios. Sin embargo, el pecado corrompió nuestras facultades y el amor propio reemplazó al amor. Nuestra naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que no podemos resistir el poder del mal por nuestra propia fuerza. Nos convertimos en esclavos de Satanás y habríamos permanecido así para siempre si Dios no hubiera intervenido de manera especial.
El pecado nos separa de Dios y nos impide encontrar gozo en su presencia. El corazón no regenerado no está en armonía con Dios ni encuentra felicidad en su comunión. El pecador no puede ser feliz en la presencia de Dios y desearía esconderse de Él. El cielo sería un lugar de tortura para aquellos que rechazan la comunión con los seres santos. No es un decreto arbitrario de Dios el excluyir a los pecadores contumaces del cielo, es su propia ineptitud para la fraternidad y el amor lo que los excluye de la gloria divina.
La incapacidad del ser humano para cambiar por sí mismo
La educación, la cultura y la fuerza de voluntad pueden tener su lugar, pero carecen del poder para salvarnos. Pueden producir un cambio externo en nuestra conducta, pero no pueden transformar nuestro corazón ni purificar las fuentes de nuestra vida. Necesitamos un poder que obre desde adentro, una nueva vida que venga de lo alto para poder convertirnos del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo, solo Su gracia puede revitalizar nuestras adormecidas facultades y atraernos a la santidad.
La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios y no se somete a Su ley. La educación y el esfuerzo humano son necesarios, pero sin el poder transformador de Cristo, son insuficientes para traer verdadero cambio. Necesitamos nacer de nuevo, recibir un corazón nuevo y nuevos deseos que nos guíen a una nueva vida en Cristo.
La única salvación y redención en Cristo
El único nombre mediante el cual podemos ser salvos es el nombre de Jesús. No basta comprender la bondad y el carácter amoroso de Dios. Necesitamos aceptar a Cristo como nuestro Salvador y dejar que Él transforme nuestro corazón. Cristo es el camino, la verdad y la vida, y nadie puede llegar al Padre sino a través de Él.
El sacrificio de Jesús por nuestra redención fue inmenso. Toda la energía del cielo fue movilizada para rescatarnos de la perdición. El amor de Dios por nosotros es más fuerte que la muerte y se ha dedicado toda una combinación de medios para nuestra redención.
La importancia de conocimiento y transformación en Cristo
Es crucia l que nos unamos estrechamente a Jesús, quien nos ha amado con un amor eterno. Debemos aprovechar los medios que Dios nos ha dado para ser transformados a su semejanza y restaurados a la comunión con los ángeles y con el Padre y el Hijo. El camino a Cristo es el mejor camino para lograr renovación y crecimiento espiritual.
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