Hoy nos despertamos con la esperanza de ser reavivados por la Palabra de Dios. En esta ocasión, exploraremos el libro de Cantar de los Cantares, específicamente el capítulo 4. Este capítulo nos presenta la alabanza que el novio hace a su amada a través de una hermosa descripción poética.
Desde los ojos como palomas hasta la belleza de sus cabellos, dientes, labios y andar cadencioso, el novio describe cada detalle de su amada. La novia es comparada con la Torre de David, una estructura imponente y majestuosa. Sus pechos, descritos como gacelas mellizas, son alimentados entre los lirios hasta que amanezca el día. El verso 6 habla de huir de las sombras y dirigirse al monte de la mirra y al collado del incienso.
Esta descripción de la intimidad en la relación de esta pareja también nos muestra cómo Dios valora, conoce y nos encuentra hermosos. Nuestro Señor no solo conoce nuestras acciones, sino también nuestras intenciones y la belleza de un corazón transformado por el Espíritu Santo. Para Dios, somos lo más valioso y hermoso.
A diferencia de Satanás, quien nos acusa y presenta nuestros errores e imperfecciones, Dios nos presenta como justos delante del Padre a través de la obra de Cristo. Cuando entregamos nuestra vida a Cristo, somos transformados por el poder del Espíritu Santo y presentados ante el Padre como algo hermoso e intachable, no por nuestra justicia, sino por los méritos de Cristo.
El novio invita a su amada a mirar desde la cumbre, desde los lugares más altos. Este es un llamado a elevar nuestra mirada a Dios y a su amor. Cuando nos entregamos sinceramente a Dios a través de la oración, nuestro corazón se convierte en un grato perfume que asciende a la presencia del Padre.
Nuestro corazón sincero, arrepentido y humilde se convierte en un lugar donde el amor y la fragancia de Dios se derraman. Cuando entregamos nuestra vida al Señor, nos convertimos en cristianos devotos cuyo amor es mejor que el vino y la fragancia mejor que todos los aromas.
El versículo 11 habla de los labios que gotean miel y leche y de la fragancia del perfume. Somos el jardín cercano y la fuente de agua viva que fluye del Líbano. La transformación que el Espíritu Santo opera en nosotros nos permite compartir las mismas bendiciones y fragancias con los demás.
Sin embargo, debemos recordar que somos una fuente cerrada y un manantial sellado, reservados exclusivamente para el Señor. Nuestros pensamientos, acciones y anhelos deben estar apartados para Dios. Somos una fuente de bendición, pero nuestro amor es exclusivamente para nuestro Señor.
Este capítulo termina con la invitación de la novia a su esposo para que venga a su jardín y disfrute de su dulce fruta. Hoy es un día para invitar al Señor a morar en nuestro corazón, influenciado por el poder del Espíritu Santo. Recordemos que el Señor nos llama y está a la puerta. Invitémoslo a entrar y disfrutar de la obra maravillosa que ha hecho en nosotros.
Que Dios nos bendiga en esta experiencia y nos fortalezca en nuestra comunión diaria con el Señor. También invitamos a los lectores a explorar otros artículos de nuestra web para profundizar en su conocimiento de la Biblia y mantenerse actualizados.
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