En nuestro recorrido explicativo por las sagradas escrituras, hemos llegado al capítulo número 40 del libro de Job. En este capítulo, Dios continúa hablando con Job, recordándole su poder y grandeza en comparación con la limitada condición humana.
Dios le hace una serie de preguntas a Job para que reflexione y entienda su lugar como criatura en comparación con el Creador. Dios conoce y controla todos los detalles de la creación, desde los más pequeños hasta los más grandes, como la Tierra, el sol y los animales. ¿Qué sabemos nosotros? ¿Qué podemos hacer para cambiar la estructura de la creación? ¿Tenemos dominio sobre lo que Dios ha creado? No, no estamos limitados.
Job responde a Dios reconociendo su propia indignidad y limitaciones. Reconoce la grandeza de Dios y su incapacidad para contender o discutir con Él. Job se pone en su lugar, reconociendo su condición de criatura ante el Creador.
Esto nos hace reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios. ¿Qué le responderíamos si nos encontráramos cara a cara con Él? ¿Qué excusas o reproches le presentaríamos? ¿Podemos objetar o invalidar las decisiones divinas? No, no podemos. No somos nadie para cuestionar las decisiones de Dios.
Dios continúa hablando con Job y le hace una pregunta importante: «¿Invalidas tú mi juicio? ¿Me condenas para justificarte a ti mismo?» Dios hace una comparación con la naturaleza, invitando a Job a compararse con otros seres creados como el hipopótamo. Dios muestra la grandeza y fuerza del hipopótamo, recordándole a Job que él no tiene el poder ni la capacidad para controlar o dominar a este animal.
A través de esta comparación, Dios nos muestra nuestra verdadera condición como seres humanos. Somos criaturas dependientes de Dios, con limitaciones y vulnerabilidades. No tenemos el poder para controlar o dominar la naturaleza, ni siquiera a nosotros mismos.
Es importante reconocer nuestra dependencia de Dios y aceptar que Él tiene el control de todo. Aunque vivamos temerosos de la oscuridad, de la muerte o de la escasez, debemos confiar en que Dios nos sostiene y provee para nuestras necesidades.
La naturaleza y los animales son muestra del poder y la grandeza de Dios. Aunque intentemos compararnos o ponernos al mismo nivel de ellos, siempre seremos seres limitados y dependientes. Debemos confiar en la sabiduría y las decisiones de Dios, sabiendo que Él tiene el poder para salvarnos.
Nuestra verdadera fortaleza radica en poner nuestra confianza en Dios y reconocer nuestra dependencia de Él. En lugar de objetar o invalidar sus decisiones, debemos buscar su voluntad y someternos a ella. Dios es nuestro creador y sustentador, y es en Él donde encontramos paz y seguridad.
En resumen, el capítulo 40 de Job nos muestra la grandeza y el poder de Dios en comparación con nuestra limitada condición como criaturas. Nos invita a reconocer nuestra dependencia de Dios y a confiar en su sabiduría y decisiones. No podemos objetar o invalidar las decisiones divinas, ya que somos seres limitados y dependientes. Debemos poner nuestra confianza en Dios y buscar su voluntad en todas las áreas de nuestra vida.
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