¡Bienvenidos a nuestro artículo sobre el segundo libro de Crónicas de la Biblia! En este recorrido diario por las sagradas escrituras, hemos llegado al capítulo 3 de este libro, donde continúa la historia del rey Salomón y la construcción del templo de Jerusalén.
El templo era un lugar sagrado que representaba el plan de salvación tanto para el pueblo de Dios como para las naciones vecinas. En este capítulo, se resume lo que ya estudiamos en los capítulos 6 y 7 del primer libro de Reyes.
El relato comienza con Salomón construyendo el templo en el monte Moría, un lugar donde Dios había aparecido a su padre, el rey David. El cimiento del templo tenía una longitud de 70 codos y un ancho de 20 codos. El pórtico que estaba al frente del edificio tenía un ancho de 20 codos y una altura de 20 codos.
Dentro del templo, Salomón construyó la sala mayor con madera de ciprés, la cual recubrió de oro fino y adornó con palmeras, cadenas, piedras preciosas y oro. También esculpió querubines en las paredes y construyó la sala del lugar santísimo. Las alas de los querubines tenían una longitud de 20 codos y se extendían hacia la casa.
Además del templo, Salomón erigió dos columnas de 35 codos de altura cada una, a las cuales les puso los nombres de Jaquín y Booz. Estas columnas representaban el fundamento y la fortaleza de la fe del pueblo de Israel en Dios.
Es importante tener en cuenta que el relato que encontramos en el segundo libro de Crónicas es un resumen de lo que se encuentra en el primer libro de Reyes, con algunos detalles adicionales. Los escritores de la Biblia fueron inspirados por el Espíritu Santo para transmitir el mensaje de Dios a través de palabras humanas.
La inspiración divina no se refleja en las palabras exactas utilizadas, sino en la mente y la voluntad de los escritores. El Espíritu Santo guio a los escritores para expresar las ideas divinas en un lenguaje comprensible para los seres humanos de esa época.
En resumen, el segundo libro de Crónicas nos brinda un vistazo a la construcción del templo de Jerusalén por parte de Salomón. Aunque algunos detalles pueden variar entre los relatos de los diferentes libros de la Biblia, la inspiración divina es evidente en todas las escrituras. Es nuestro deber leer y comprender la palabra de Dios para fortalecer nuestra fe y buscar su voluntad en nuestras vidas.
¡Gracias por acompañarnos en este recorrido por la Biblia! Los invitamos a explorar otros artículos de nuestra web para profundizar en este tema y estar al día de las sagradas escrituras. ¡Que la bendición de Dios los acompañe siempre!
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