La Biblia es una fuente invaluable de conocimiento y sabiduría, llena de historias fascinantes y enseñanzas que nos guían en nuestra vida diaria. Uno de los pasajes más interesantes y relevantes se encuentra en el libro de Génesis, en los capítulos del 10 al 12.
Los descendientes de Noé
Después del diluvio, los hijos de Noé se multiplicaron y poblaron la tierra. Según sus lenguas, familias y naciones, se establecieron en diferentes regiones marítimas. Los descendientes de Can, Cus, Misraim y Jafet se dispersaron por todo el mundo, cada uno estableciendo su propio territorio.
Entre los hijos de Can, destacan Sidón y Canaán. Sidón fue el padre de los sidonios, mientras que Canaán fue el padre de Sidón, su primogénito, y de otros pueblos como los jebuseos, amorreos, gergeseos, heveos, araceos, sineos y arvadeos. Los cananeos se establecieron desde Sidón hasta Gaza, incluyendo Sodoma y Gomorra.
La construcción de Babel
En aquel tiempo, toda la humanidad hablaba un mismo idioma y se entendía perfectamente. Decidieron construir una ciudad y una torre que llegara hasta el cielo, para hacerse famosos y evitar ser dispersados por toda la tierra.
El Señor descendió para ver la ciudad y la torre, y decidió confundir su lenguaje. Esparció a los hombres por toda la tierra, y la ciudad fue llamada Babel, porque allí el Señor confundió el lenguaje de toda la humanidad.
Los descendientes de Sem
Sem fue uno de los hijos de Noé, y su linaje se registra detalladamente en la Biblia. Sus descendientes incluyen a Arfaxad, hijo de Sem y padre de Sala. Sala fue el padre de Heber, quien tuvo dos hijos: Peleg y Joctán.
Peleg recibió su nombre debido a la división de la tierra en aquellos tiempos. Joctán fue el padre de Almodad, Sheleph, Hazarmavet, Jerah, Hadoram, Uzal, Dikla, Obal, Abimael, Seba, Ofir, Havilah y Jobab. Todos ellos poblaron las regiones desde Mesa en dirección al monte del oriente.
El llamado de Abraham
Después de la genealogía de los descendientes de Sem, la historia se enfoca en Abraham, cuyo nombre original era Abram. Dios le dijo a Abram que dejara su tierra, su parentela y la casa de su padre, y se dirigiera hacia una tierra que Él le mostraría.
El Señor prometió bendecir a Abram y hacer de él una gran nación. Abram tenía 75 años cuando salió de la tierra de Ur de los caldeos, llevando consigo a su esposa Sarai y a su sobrino Lot. Llegaron a la tierra de Canaán, y allí el Señor se les apareció y prometió darles esa tierra a sus descendientes. Abram construyó un altar al Señor en ese lugar.
Posteriormente, debido a una gran hambruna en la tierra de Canaán, Abram y su familia se vieron obligados a ir a Egipto en busca de alimento. Pero antes de entrar en Egipto, Abram le dijo a Sarai que dijera que era su hermana, para evitar problemas. Sin embargo, el faraón de Egipto descubrió que Sarai era en realidad la esposa de Abram y los expulsó del país.
A pesar de los obstáculos y desafíos, Abram confió en las promesas del Señor y continuó siguiendo su llamado. Los caminos de Abraham son fascinantes y llenos de lecciones valiosas, y es solo el comienzo de la historia de uno de los personajes más importantes en la Biblia.
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