La tentación del pecado y la separación de Dios

En el libro de Números, capítulo 25, encontramos un relato sobre la caída de los hijos de Israel en la idolatría. Mientras estaban acampados en Sitim, los hombres de Israel comenzaron a fornicar con las hijas de Moab. Estas mujeres los invitaron a participar en los sacrificios a sus dioses, y el pueblo de Israel comió y se inclinó ante ellos. Esto provocó la ira del Señor contra Israel, y Él le dijo a Moisés que tomara a todos los príncipes del pueblo y los ahorcara en pleno día ante el Señor para que su enojo se apartara de Israel.

En el comentar del libro Patriarcas y Profetas en su página 434, se nos dice que, debido a sus relaciones con los idólatras y su participación en sus festines, los hebreos fueron inducidos a violar la ley de Dios y atrajeron sus juicios sobre toda la nación. Hoy en día, Satanás también tiene éxito al hacer pecar a los cristianos cuando logra que se relacionen con los impíos y participen en sus diversiones.

En 2ª de Corintios 6:17 se nos advierte: «Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor; no toquéis lo inmundo». Dios demanda que su pueblo se mantenga distinto del mundo en sus costumbres, hábitos y principios, al igual que el antiguo Israel debía hacerlo. Si seguimos fielmente las enseñanzas de la Palabra de Dios, existirá una distinción en nuestras vidas que será imposible de pasar por alto.

Las advertencias que se dieron a los hebreos para que no se relacionaran ni se mezclaran con los paganos no eran más directas ni más terminantes que las que se nos hacen a los cristianos para que no imitemos el espíritu y las costumbres de los impíos. Jesucristo fue claro al decir: «No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2:15).

La amistad con el mundo es enemistad contra Dios. Por lo tanto, cualquiera que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios (Santiago 4:4). Ha llegado el momento de ser reavivados por la Palabra de Dios, porque no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Tenemos que estar dispuestos a separarnos del mundo y vivir una vida de santidad, siguiendo los principios y enseñanzas de la Biblia. Es importante recordar que nuestro llamado como cristianos es ser luz en medio de la oscuridad y ejercer influencia positiva en aquellos que nos rodean.

En resumen, la historia de la caída de los hijos de Israel en la idolatría nos enseña la importancia de mantenernos separados del mundo y no sucumbir a las tentaciones y diversiones que este nos ofrece. Debemos seguir los mandamientos de Dios y vivir de acuerdo con sus principios, siendo una luz para aquellos que están en la oscuridad. No podemos amar al mundo ni a sus deseos, ya que esto nos convierte en enemigos de Dios. Ha llegado el momento de ser reavivados por la palabra de Dios y buscar ser santos en todas nuestras acciones y decisiones.

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