En la segunda semana del estudio de la Biblia, nos encontramos con una lección titulada «Cada semilla produce una cosecha». En el libro de Apocalipsis, se mencionan dos cosechas: la cosecha del grano dorado, que representa a los justos, y la cosecha de las uvas, que representa a los impíos. Ambas cosechas están completamente maduras y cada semilla sembrada ha llegado a su plenitud.
En el capítulo 14 de Apocalipsis, en los versículos del 17 al 20, se habla de un ángel que sale del santuario en el cielo y tiene poder sobre el fuego. Este ángel grita a otro ángel para que recoja las uvas maduras de la vid de la tierra y las arroje en el gran lagar de la ira de Dios. El lagar es pisado fuera de la ciudad y la sangre llega hasta los frenos de los caballos. Esta es una representación del juicio de Dios sobre aquellos que rechazaron la redención de Cristo.
En el versículo 10 del mismo capítulo 14, se menciona que aquellos que recibieron la marca de la bestia beberán el vino de la ira de Dios. Esto significa que aquellos que rechazaron lo que Cristo hizo en la cruz, enfrentarán el juicio y la ira de Dios.
En los capítulos siguientes de Apocalipsis, se habla de las siete últimas plagas y de cómo la ira de Dios llega a su fin. Estas plagas son el castigo para aquellos que rechazaron a Dios y recibieron la marca de la bestia.
El ángel que tiene poder sobre el fuego es identificado por algunos como el Espíritu Santo, ya que él ha hecho todo lo posible por convencer a las personas del pecado, la justicia y el juicio. Sin embargo, estas personas han blasfemado contra el Espíritu Santo y han rechazado constantemente la gracia de Dios.
En este momento, la cosecha está madura y el pecado ha alcanzado su límite. Aquellos que permanecen en el pecado, sufrirán las consecuencias de sus malas decisiones. Sin embargo, hoy todavía hay gracia disponible para aquellos que tomen la decisión de cambiar.
El mensaje profético de Apocalipsis 14 es una advertencia para que cada persona tome una decisión. El pueblo de Dios revelará su imagen de gracia, compasión, misericordia y amor ante el universo, mientras que los hijos del maligno revelarán su codicia, lujuria, celos y odio. El contraste entre el bien y el mal será evidente para todos.
Es importante discernir entre el bien y el mal, y esto se puede hacer a través de la Palabra de Dios y de lo que Cristo hizo en la cruz. Jesús dijo que no vino a abolir la ley, sino a cumplirla. Por lo tanto, tenemos una norma de vida en los mandamientos de Dios para discernir lo bueno y lo malo.
En resumen, los eventos descritos en Apocalipsis 14 y siguientes nos muestran que cada semilla produce una cosecha. Aquellos que rechazaron la redención de Cristo enfrentarán el juicio y la ira de Dios, mientras que los justos serán revelados como una manifestación de la justicia de Cristo. El Universo será testigo de la victoria que hemos obtenido a través de los méritos de Cristo, y todos tendrán la oportunidad de tomar una decisión antes de que llegue el fin.
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