Hoy vamos a continuar nuestro recorrido por el libro de Números, centrándonos en el capítulo 23. En este capítulo, vemos la historia de Balaam y Balac. Balaam era un profeta de Dios en la tierra de Arán, pero era un hombre ambicioso. Balac, el rey de Moab, quería que Balaam maldijera al pueblo de Israel. A pesar de que Dios le dijo a Balaam que no fuera, él decidió consultarlo nuevamente, pensando que quizás Dios cambiaría de opinión.
La historia de Balaam es un recordatorio de cómo a veces los cristianos pueden pensar que pueden obtener su propia voluntad de Dios. Pero Dios no cambiará su voluntad para satisfacer nuestros deseos personales. Él nos exhorta a obedecer y seguir sus mandamientos.
Balac, desesperado por conseguir que Balaam maldijera a Israel, lo lleva a varios lugares diferentes para ofrecer sacrificios y construir altares. Balaam ofreció siete becerros y siete carneros en estos altares, pensando que así podría complacer a Dios y obtener su maldición. Pero Dios puso palabras en la boca de Balaam y solo pudo pronunciar bendiciones sobre el pueblo de Israel.
Esta historia nos muestra la importancia de la obediencia a la voluntad de Dios. No importa cuántos sacrificios hagamos o cuánto intentemos convencer a Dios de hacer lo que queremos, si no estamos siguiendo su voluntad, nuestros planes fracasarán.
Es fácil para los cristianos actuales distorsionar la voluntad de Dios. Podemos estar reuniéndonos en su nombre, adorándolo y alabándolo, pero si no estamos viviendo de acuerdo a sus mandamientos, no estamos haciendo su voluntad.
Balaam pensó que podía manipular a Dios construyendo altares y ofreciendo sacrificios, pero no entendió que Dios busca obediencia y fidelidad por encima de todo. No importa cuánto nos reunamos en la iglesia, cuántas veces prediquemos su Palabra o cuántas canciones cantemos en su nombre, si no somos obedientes, no estamos cumpliendo su voluntad.
La historia de Balaam y Balac nos muestra que Dios protege a su pueblo, incluso cuando no sabemos lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Él nos libra de la maldad y nos protege de circunstancias dolorosas. Pero debemos recordar que su protección va de la mano de la obediencia. Debemos decidir hacer la voluntad de Dios en lugar de hacer la nuestra.
La historia de Balaam también es una advertencia para aquellos que buscan a los siervos de Dios para que hagan su propia voluntad. Balac quería convencer a Balaam de que maldijera a Israel, pero no pudo hacerlo. Dios no cambia su palabra para satisfacer nuestros deseos.
Hoy en día, debemos recordar que Dios es el mismo de ayer, hoy y por siempre. No podemos distorsionar su palabra y hacer que se adapte a nuestras preferencias. Debemos buscar la voluntad de Dios y ser obedientes a ella.
En resumen, la historia de Balaam y Balac nos enseña la importancia de la obediencia a la voluntad de Dios. No importa cuánto intentemos hacer nuestras propias cosas o convencer a Dios de que siga nuestros planes, si no estamos siguiendo su voluntad, nuestras acciones serán en vano. Dios nos protege y nos guía, pero debemos estar dispuestos a seguir su dirección y obedecer sus mandamientos. No podemos distorsionar su palabra para que se ajuste a nuestros deseos personales. Debemos recordar que su voluntad es perfecta y que debemos buscarla y seguirla en nuestras vidas.
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