En este artículo, continuaremos nuestro estudio del libro de los Hechos de los Apóstoles. En esta ocasión, nos centraremos en el capítulo 19 versículo 21 hasta el capítulo 20 versículo 1, explorando las lecciones que se pueden extraer de esta historia.
En el versículo 21, Pablo toma la decisión de ir a Jerusalén, pasando por Macedonia y Acaya. Además, expresa su deseo de visitar Roma. Para llevar a cabo estas misiones, envía a Timoteo y a Erasto a Macedonia mientras él se queda en Asia por un tiempo.
En Éfeso, surge un gran alboroto con respecto al cristianismo, que algunos describen como una nueva religión. Sin embargo, era simplemente la ampliación de la verdad ya establecida en el Antiguo Testamento, donde se profetizaba que el Mesías vendría a pagar el precio del pecado de toda la humanidad. Sin embargo, algunos no lograron comprenderlo y por eso rechazaban esta «nueva religión».
En medio de este alboroto, un platero llamado Demetrio, que fabricaba ídolos de plata de Diana, se preocupa de que sus ganancias se vean afectadas por la predicación de Pablo, quien proclama que los ídolos hechos por manos humanas no son dioses. Demetrio reúne a sus compañeros artesanos y les advierte sobre el peligro de que su negocio sea desacreditado y de que el templo de Diana pierda su reputación. La reacción de Demetrio y sus compañeros muestra el contraste entre aquellos dispuestos a sacrificar sus ganancias monetarias por la voluntad de Dios y aquellos que se aferran a sus intereses económicos.
La multitud se llena de ira y grita durante horas «¡Grande es Diana de los Efesios!» En este alboroto participan adoradores de Diana, comerciantes de ídolos, judíos que rechazan a Cristo y los judíos cristianos. La situación se torna confusa y algunas autoridades envían a suplicar a Pablo que no se presente en el teatro.
Finalmente, el secretario municipal logra apaciguar la multitud y les recuerda que la ciudad de Éfeso es la guardiana del templo de Diana. Es importante destacar que el imperio romano no toleraba disturbios y conflictos que pudieran poner en peligro la paz y el orden público.
En el capítulo 20, Pablo se despide de los discípulos y se dirige a Macedonia. Luego se reúne con los ancianos de la iglesia de Éfeso y les da consejos y palabras de ánimo antes de partir hacia Jerusalén.
En esta despedida, Pablo les recuerda cómo se ha comportado entre ellos desde el primer día, sirviendo al Señor con humildad y lágrimas. También les advierte sobre los falsos maestros que se levantarán en el futuro y les insta a recordar las palabras del Señor Jesús: «Más dichoso es dar que recibir». Tras esta despedida, Pablo se arrodilla y ora con los ancianos, lo que lleva a un gran llanto entre ellos.
En resumen, este pasaje de los Hechos de los Apóstoles nos muestra el impacto del testimonio de Pablo en Éfeso. Su predicación afectó a un importante motor económico de la ciudad, el turismo centrado en el templo de Diana. A pesar de la oposición y los desafíos que enfrentó, Pablo no temió y persistió en su ministerio, entregando el mensaje del evangelio de la gracia de Dios.
Este relato nos deja varias lecciones importantes. En primer lugar, muestra la importancia de no poner los intereses económicos por encima de la voluntad de Dios. Demetrio y sus compañeros estaban más preocupados por sus ganancias que por la verdad y el propósito de Dios. Por otro lado, vemos cómo los creyentes estaban dispuestos a sacrificar sus bienes por el Señor, demostrando una perspectiva contraria a la del mundo.
Otro aspecto destacado es la advertencia de Pablo sobre los falsos maestros que surgirían en el futuro. Esta advertencia es relevante incluso en nuestros días, ya que debemos estar atentos a aquellos que enseñan doctrinas falsas y nos desvían de la verdad.
En conclusión, el testimonio de Pablo en Éfeso fue poderoso y desafiante. A través de sus acciones y palabras, dejó un impacto duradero en la iglesia y en la comunidad en general. Las lecciones extraídas de esta historia nos animan a no comprometer nuestra fe por intereses económicos y a estar atentos a las falsas enseñanzas. Sigamos buscando la voluntad de Dios y compartiendo el mensaje del evangelio con valentía.
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